viernes, marzo 09, 2012

LA GRAN CAGADA

Sólo quien ha cargado una cruz se merece una corona...


ESTA MAÑANA, cuando regresaba de dejar a mi mujer en su lugar de trabajo, venía regodeándome en mi flamante BMW y reflexionando en cuánto había pasado desde los días duros que pasé en Los Angeles a mediados de los ochenta. Días aciagos caracterizados por la extrema pobreza, la falta de apoyos y la angustia de sentirme productivo y con la inteligencia y energía necesarias para salir adelante con mi familia, y sin embargo no poder hacer nada. Encima de todo tuve que soportar malos tratos y genuinas ahuevadas de personas de quienes menos lo esperaba.

Particularmente venía pensando en dos verdaderos hijos de puta o, para respetar las últimas modificaciones idiomáticas: por un verdadero hijueputa y una verdadera hija de puta. Ambos salvadoreños y que había conocido en El Salvador.

Al tipo lo conocía desde chiquito, era miembro de una familia de mi barrio, hijo de Ricardo a quien cariñosamente le apodábamos Golondrina y quien tristemente se nos había ido víctima de la enfermedad alcohólica. Como era, y es, regla general, mi barrio está formado por gente de la clase baja, y hostigada por la pobreza, pero a pesar de los pesares, gente retebuena y solidaria.

La familia de Golondrina, y con ella el bodrio al que me vengo refiriendo, fue de las primeras que emigraron a EE.UU. a principios de los sesenta. A mi pobre amigo lo dejaron tirado en la colonia sufriendo de su enfermedad con el agravante de la soledad. Pero a Ricardo en el barrio nunca le faltó apoyo de la mara, ni sus tapis a tiempo, y cuando se nos fue se llevó con él nuestro incondicional cariño.

Con la suripanta yo había tenido contacto tangencial. Se las picaba de revolucionaria. Había estado metida en chirona en Santa Ana por un par de días creo que por indocumentada, y de ahí salió con el estigma de torturada política, que hasta este sol mantiene; condición que no se le hace nada difícil comprobar porque la cara de toturada la tiene desde chiquita.

Al quedar en libertad se fue donde un amigo mío de grandes kilates, a pedirle el favor de que le diera aventón a San Salvador. Por esos días yo era Juez de Paz en la Heróica Santa Ana, pero vivía en San Salvador, y cuando Guayo me pidió que le diéramos ride no lo pensé dos veces y la llevé hasta donde ella quería con el mayor gusto y respeto.


Vivir bien es la mejor venganza

EL PODER SE EJERCE

Pues a estos dos porcinos los encontré en Los Angeles en una oficina de atención a refugiados en donde obtuve trabajo por un tiempo, y en la que ellos ostentaban pomposos títulos otorgados por otros seso-hueco de su misma calaña, que se autoproclamaban miembros del extinto Partido de la Resistencia Nacional, organización revolucionaria que en aquellos días formaba parte del FMLN, cuya presencia histórica yo sigo respetando aunque lamentando que, de vez en cuando, se les haya infiltrado hijos de puta.

Los dos caninos se caracterizaban por una flamígera y bien cuidada ignorancia, un complejo de inferioridad reflejado en superioridad y una actitud de revolucionarios de letrina. Oían, sin escuchar, música de Alí Primera y Silvio Rodríguez, estrenaban seudónimos a diario, y vivían una vida clandestina con la seguridad de Estados Unidos (bonita forma de clandestinidad...), pero eso sí: ostentaban mucho poder en la oficina.

Fotografía de mis días en la famosa oficina. No estoy seguro si río o lloro. Es interesante que es en blanco y negro como testimonio de días oscuros de mi historia.

Mi condición de abogado y el haber tenido un antecedente de prestigio en El Salvador, dio pie para que muchos lumpen en Estados Unidos descargaran su resentimiento social sobre mi persona. Entre otros, esos dos losers se dieron gusto echándome el carro de su prepotencia y arrogancia a placer. Me ahuevaban en público, en semi público y en privado. Ladraban una línea quién sabe de dónde la habían sacado: El poder se ejerce, y para ellos ejercer el poder era ahuevar a la gente.

Aquella oficina fue para mí una cámara de tortura en los meses que trabajé allí. Irónicamente en aquel ensamblaje, yo representaba un organismo que defendía los derechos humanos, y yo mismo fui víctima por unos meses del más cuidadoso atropello de parte de quienes menos lo habría esperado.

De paso aclaro que no todas las personas entre salvadoreños y americanos que trabajaban en ese lugar eran de la calaña de los personajes en comento. La oficina todavía existe y por décadas ha dado servicio a la comunidad hispana del sur de California y tiene una presencia en Los Angeles, mi reconocimiento para la agencia y sus actuales dirigentes.

Guillermo Melara, de camisa celeste, su mujer a su derecha, fue una de las pocas personas más genuina, fina y respetuosa que conocí en esa oficina. En esta foto de mi última noche como inquilino de Los Angeles, al día siguiente nos mudábamos para Marin County, y nos quiso dar una alegre despedida a mi mujer y a mí. Aquí posamos en el Club Panamericano en donde sudamos la última bailada con música en vivo de German Mangandi. Ya no he vuelto a ver a Memo, ojalá que todo vaya muy bien en su vida. Fue como un pequeño oasis en el desierto, una verdadera bendición.

NO ME FUI SIN QUE ME OYERAN

Viviendo ya en el Area de la Bahía tuve una última reunión en la que participó el saltimbanqui de la historia. Fue en San Francisco, en el apartamento de otros mercachifles más ignorantes que él, entre los que recuerdo a un tal Andrés, un tipo que caminaba para adelante porque Dios es grande, pero que también se sentía poderoso. Me quisieron hacer lo mismo. Aquí ya me hallaba liberado de cadenas, ya estaba yo en control de mi vida y los mandé un millón de veces a la mierda.

Luego de una perorata corta de acuerdo al nivel de inteligencia de la jauría que me oía, terminé diciéndoles, entre otras cosas: El poder se ejerce, cierto, pero se ejerce con capacidad, con inteligencia y con ejemplo, ninguno de esas cualidades los coracteriza a Uds compañeros, siendo esta la última vez que les digo compañeros porque ni Uds. son lo que soy yo, ni yo soy lo que son Uds.

Sin esperar respuesta abandoné aquel muladar para, gracias a Dios, ya no volver a ver jamás a ninguno de esos comedores de mierda.

Pero volviendo a mi historia, cuando regresaba a mi casa esta mañana, justo al doblar la esquina de los Boulevares Bellam y Francisco en San Rafael, me sentía en éxtasis disfrutando de la canción You Made Feel Brand New de los Stylistics, con la comodidad y el confort de manejar un carro fino que además da estatus, cuando de pronto con el más espantoso horror, ví que sobre la caperuza, sobre la blancura infinita de mi BMW, caía una tormenta de mierda que ex-professo Dios había mandado solo para hacer más dramática la tragedia de mi vida.

De los millones de carros que hay en California, un pájaro que a juzgar por la catizumbada de mierda que despidió más bien era un dinosaurio emplumado, vino a escoger mi flamante BMW para pegar la peor y más abundante cagada de su vida.

MORALEJA: no importa si sos un BMW o una carcacha, un abogado próspero o un pordiosero, en la vida siempre va a haber enormes pájaros y verdaderos hijos de la gran puta que se caguen en vos☺

Bien lejos quedaron esos días...

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