Desde mi tierna infancia me encantó el mes de octubre. Quizás porque en El Salvador significaba el fin del año escolar, quizás por los vientos, quizás porque octubre abría una brecha que me hacía sentir más cercana la navidad, quizás porel bello poema de Alfredo Espino, o qué se yo, la cosa es que el mes de octubre despertaba siempre una dimensión agradabilísima en mi alma.
Los días me parecían más claros, el invierno ya se había ido llevándose consigo esas nubes negras y esas tormentas arrasadoras que de plano me causaban espanto, especialmente cuando venían acompañadas de esos truenos y relámpagos que penetraban hasta lo más profundo de mi espíritu con su subsecuente secuela de pánico que nada podía apaciguar más que el sueño.
Conforme fui creciendo, mi preferencia por ese mes también se fue acentuando, los días de encumbrar piscuchas en el campito cerca de mi casa (que por cierto fue una destreza que tristemente nunca pude dominar), pero de todas formas era bonito ir a ver a los aleros encumbrar las piscuchas y ponderles telegramas para ponerle un poco de drama al juego.
Los días me parecían más claros, el invierno ya se había ido llevándose consigo esas nubes negras y esas tormentas arrasadoras que de plano me causaban espanto, especialmente cuando venían acompañadas de esos truenos y relámpagos que penetraban hasta lo más profundo de mi espíritu con su subsecuente secuela de pánico que nada podía apaciguar más que el sueño.
Conforme fui creciendo, mi preferencia por ese mes también se fue acentuando, los días de encumbrar piscuchas en el campito cerca de mi casa (que por cierto fue una destreza que tristemente nunca pude dominar), pero de todas formas era bonito ir a ver a los aleros encumbrar las piscuchas y ponderles telegramas para ponerle un poco de drama al juego.
Por esas paradojas del destino, fue en un mes de octubre que ocurrió mi primera muerte, fue en mi mes favorito que circunstancias horribles me hicieron salir de El Salvador, dejando atrás a mis padres, a mi mujer, a mis hijos, a mis hermanos, a mis amigos, a mis enemigos, a mis muertos, mi casa, mi carro, mi profesión, mis sueños, mis esperanzas, mis planes, mi todo, qué más?
Fue en octubre que me morí para renacer en otra parte que no estaba en mis planes.
Me fui con mis ojos llorosos
llevaba en mis maletas harapos
y en mi alma despojos...
Me fui con mis ojos llorosos
llevaba en mis maletas harapos
y en mi alma despojos...
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