Fue mi viejo el que me trajo de su mano por primera vez a este pequeño cielo a unos quince kilómetros al Sur de San Salvador.
Era un domingo...Aún recuerdo mi asombro al contemplar por vez primera un paisaje neblinoso...
-¿Qué es eso como humito que se ve, papá?
- Se llama neblina Febo, aquí se puede ver esto porque estamos en un lugar alto con respecto al nivel del mar.
-¡Uau qué chivo vea papá...!
Luego las excursiones con los Boy Scouts, la escapadas con las novias (junto al parque Cuscatlán, de rigor, para un capitalino.) Después, ya en los años más maduritos, los paseos con los hijos, marcan el ciclo de vivencias en este encanto cuscatleco.
Hoy día serpentea desde el Mirador, la carretera que de San Salvador conduce al aeropuerto Comalapa y al resto del oriente del país vía la Carretera Litoral.
En los días que mi papá me traía, se veía sólo el verde de la montaña, el Cerro San Jacinto, inspiración de nuestro más querido bardo Alfredo Espino en su bello poema "Los Pericos Pasan".
Al extremo derecho se logra distinguir el azulito lago de Ilopango, otro aliado de mis recuerdos más preciados...
"Tan gunito" mi papaíto país. En dos semanas estoy de vuelta en este mismo lugar comiéndome un par de pupusitas...con platanitos fritos y cremita... mmm...!
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