Editorial de Mauricio Funes 14/06/2007
Radio Cadena Mi Gente (700 AM)
El Ministro Figueroa, muy dado a las frases hechas, dijo este fin de semana, al regreso de una gira propagandística por Chalatenango, Cuscatlán y San Vicente, que la estructura de su partido está preparada para enfrentar con “virilidad” cualquier candidato del FMLN, sea ortodoxo o asolapado.
No nos fijaremos en esto de ortodoxo o asolapado en la medida que se trata de dos calificativos pronunciados con evidente sesgo ideológico y que aplicados a la izquierda sólo sirven para desacreditar un necesario proceso de discusión interna en torno a la naturaleza de las candidaturas presidenciales que más convienen al país.
Lo que no deja de llamarnos la atención es la referencia a la actitud “viril” con que el Ministro de Seguridad asegura que ARENA enfrentará a cualquier candidato que el FMLN le ponga enfrente.
Después de 18 años en el control del ejecutivo, no hace falta esforzarse mucho para caer en la cuenta a qué virilidad se está refiriendo el responsable de la seguridad pública del país, quien también es guardián de la ideología de su partido. Luego de 18 años en el poder, las fronteras entre el aparato de gobierno y el aparato de partido suelen confundirse.
Con frecuencia los dirigentes del partido de gobierno y algunos funcionarios que han vivido a la sombra de la gestión pública se resisten a desprenderse de los privilegios acumulados al amparo del estado.
En 18 años se han hecho negocios bajo la tutela y protección no sólo del Gobierno Central, sino de algunos Gobiernos Municipales y del órgano Legislativo. ¿Quien duda que en todo este tiempo se ha construido una compleja red de influencias que favorecen al grupo de privilegiados, cercanos a los círculos de poder?. La verdad es que sobran los casos donde ha quedado de manifiesto el uso patrimonialista del Estado.
Los defensores de la libertad de mercado, los mismos que suelen esconderse tras el estandarte de la defensa de las libertades individuales, han utilizado el poder del estado para tomar ventaja sobre sus adversarios.
No han apelado, como habría de esperar en una economía competitiva, a la autoridad del estado para que garantice la existencia y claridad de las normas que rigen al mercado. Estas fuerzas han terminado comprando al árbitro para que las favorezca. En algunos casos lo han sacado del juego, lo han anulado, para que no haya siquiera posibilidad de que algunos de los jugadores puedan acudir a el.
Habiendo funcionado de esta forma durante 18 años, es difícil creer que aquellos que se han cobijado en el poder del Estado están preparados para aceptar la vigencia de reglas claras, aplicables a todos por igual. El miedo a perder ese tipo de privilegios genera incertidumbre en unos, pero también antiguos deseos autoritarios en otros.
La virilidad de la que habla el Ministro Figueroa, presente según dice en las estructuras del Partido de Gobierno, bien podría significar la puesta en práctica de un proceso de exclusión política que no se tocaría los hígados para anular al adversario. Al fin y al cabo de lo que se trata es de impedir la alternancia en el poder, a costa de cualquier sacrificio o esfuerzo.
Hace unos días, este mismo funcionario, no sabemos si como responsable de la Seguridad Pública o como vicepresidente de ideología de su partido, reacción airado a los resultados de una investigación que técnicos contratados por el PNUD realizaron para analizar la eficacia del sistema de justicia en el tratamiento de los casos de homicidios.
Según el referido informe, de una muestra del 50 por ciento de los homicidios registrados en San Salvador, Santa Ana y San Miguel, apenas un catorce por ciento fueron llevados a juicio y de estos menos del 4 por ciento terminó en condena.
La Fiscalía General de la República y la Policía Nacional Civil, en ese orden, son señaladas en el informe como las principales responsables de las deficiencias en la investigación del delito. El hecho de haberse basado en datos del 2005 y que el estudio pasa por alto los magros avances registrados en estos dos aóos, tanto por la Policía como por el Ministerio Público, es suficiente para que el Ministro Figueroa lo descalifique y acuse a sus responsables de ser miembros del FMLN.
La verdad que ésta no tendría que ser una acusación grave, pues el hecho de tener una identificación partidaria no descalifica una investigación sobre una realidad concreta como es el fenómeno de la delincuencia en el país.
Bajo esta óptica, habría que descalificar entonces cualquier acción o esfuerzo que venga del ejecutivo por el simple hecho de que sus principales dirigentes son de ARENA o se identifican con este partido político. El mismo Ministro Figueroa quedaría descalificado a rendir un informe objetivo del estado actual de la delincuencia en el país, siendo que es el vicepresidente de ideología del partido en el Gobierno.
Hasta el Presidente Saca se iría en la colada, en tanto sigue siendo presidente del partido y por tanto conductor principal de la guerra electoral en la que su partido se ha enfrascado.
Hacemos esta referencia a la reacción del Ministro Figueroa porque se ha vuelto costumbre descalificar informes, investigaciones y hasta encuestas de opinión cuando estas no reflejan una realidad tal como se la imaginan los funcionarios de gobierno o los miembros del Partido Arena.
Si las encuestas reflejan un empate entre ARENA y el FMLN de cara a las elecciones del 2009, entonces, son encuestas maquilladas para favorecer a la izquierda. Si un estudio serio como el del PNUD revela carencias evidentes en el sistema de administración de justicia y de investigación del delito, entonces, sus responsables son del FMLN.
¿Como podría calificarse esta reacción sino como propia de una práctica autoritaria y excluyente? ¿Qué es esto sino intolerancia a las opiniones diferentes y contrarias?.Probablemente esa es también parte de la virilidad con que ARENA dice que enfrentará a sus adversarios.
A lo mejor esa es la fórmula que ha encontrado el propio Presidente de la República para evadir los obstáculos que encuentre y seguirá encontrando en el camino. Si para mantenerse y perpetuarse en el poder hay que anular a la oposición a cualquier costo, qué otra cosa sino autoritarismo puro es la virilidad que el Ministro Figueroa hace gala de poseer.
Aunque el informe del PNUD se refiere a una tendencia que se observaba a finales del 2005, la situación tampoco ha cambiado mucho en estos dos años como para asegurar que la investigación está sesgada y que no pone el dedo en la llaga sobre un problema que el gobierno no ha podido resolver. La virilidad de la que se enorgullece el Ministro Figueroa tampoco ha servido para frenar a la criminalidad. Basta con observar las mismas estadísticas de la Policía sobre homicidios diarios para caer en la cuenta que los delincuentes se burlan de esa virilidad.
En El Salvador no necesitamos partidos viriles, necesitamos partidos responsables y funcionarios que dediquen la mayor parte de sus energías a resolver los graves problemas que padece la sociedad. Tampoco necesitamos partidos que confundan el servicio público con el favoritismo, el compadrazgo y la utilización arbitraria del poder. Y menos aun, partidos y dirigentes que no reconozcan que la alternancia en el ejercicio del poder público no es una enfermedad sino una condición necesaria de la democracia.
Por eso como reza una cita bíblica: “Por sus frutos los conoceréis”.
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