Me senté en mis laureles a ver pasar la prosesión,
el mar de hombres y mujers buscando la Tierra Prometida
que de muchas maners se negaba a ser tocada,
como que no hubiera sido poblada de gusanos la mitad de su vida.
Y como los átomos del aire penetraban por sus sombreros
no quisieron despeinarse después del aparecimiento
del cadáver de la mujer del otro,
que estando embarazada respetó su huella
carnavalesca pero de un profundo grito alcoholizado,
(no quiso dar la cara el hijo de puta que salió contrito,
como que no había hecho nada,
en los diarios que hablaban de su avominación)
Pues bien, siguiendo la ruta de los desposeídos,
digo: de los que murieron antes de nacer
y no saben que han muerto y creen que viven
sólo porque ven a los verdaderos vivos flirteando con las noches
de bohemia en la gran ciudad que se los traga enteros.
Sí, los zombies que corrieron de su cuchitril
a morir en un banquete de mierda,
los desposeídos, los que dieron alaridos desgarradores
pero que a pesar de todo terminaron valiendo verga,
como aquel, como el otro, como yo...
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