El aeropuerto internacional de San Francisco queda a una hora de mi casa en San Rafael, pero ya quisiera volar desde este momento para ir a aterrizar a mi casa en San Salvador para darles un abrazo a mis hermanos, a mis sobrinas, arrullar (de lejitos) a la lora, que es una posesión de mi madre que nos encargó cuidarla, horas antes de su partida; y al Droopie, un chuchito viejito que requiere toda la atención del mundo.
Mañana estaremos, mi mujer y yo en nuestra tierra, esa que aunque sea pequeña, uno grande la sueña, tal como lo dijera el vate máximo Rubén Darío.
Bueno, si me quedo más el avión me deja. Nos leemos en 10 días!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario