lunes, febrero 05, 2007

GRACIAS A LOS FRACASOS

Yo tengo una gran vida, lo he afirmado en innumerables ocasiones.

Si por tener una gran vida puede entenderse gozar de una excelente salud; ejercer una profesión decente; tener una familia solida, mantener una situacion financiera estable y poseer una dotacion de amigos poca, pero de calidad; entonces, yo tengo una gran vida.

Hasta este momento, no tengo quejas.

Sin embargo yo he experimentado reveses muy duros en mi ya larga jornada.

Lo peor que me pudo pasar fue el afrontar la emigración obligada, que me hizo pasar por fasetas completamente improvisadas por lo abruptas. Gracias a Dios, cada una de ellas las fui superando, no sin derramamiento de lágrimas, ni sin mi correspondiente cuota de humillaciones, angustias y dolores que, al final, desarrollaron en mí la capacidad de valorar el presente, ya no de manera teórica como lo había venido haciendo por años, sino esta vez en la práctica, con sacrificio de cara, de pellejo y de vergüenza en muchos casos.

No es este el momento de recordarlos y plagar mi blog de angustias para buscar simpatía. No. A estas alturas del partido simpatía es lo que me menos necesito en mi vida, es más, la deploro. La urgí tanto en su momento, que hoy sólo resta ser agradecido y buscar a quienes me dieron simpatía, para devolver el favor con gratitud, o buscar a otros, para compartir lo que hace tiempo me dieron a mí.

Los fracasos me fueron formando al punto de volverme un estóico en ocasiones y un cínico en otras. Se trataba de sobrevivir y tuve que cambiarme de careta como de camisa; es más, hubo un tiempo que tuve más de las primeras que de las segundas. Devine en una especie de camaleón, desarrollé a la perfección el arte de reinventarme a mí mismo casi a diario.

Gracias a los fracasos, que al no matarme me hicieron más fuerte.

A veces perdí la vergüenza es cierto, pero nunca perdí la dignidad. Perdí vergüenza, pero traté por todos los medios de no realizar actos vergonzosos.

Los fracasos me hicieron fuerte para soportar la punzante realidad y hoy camino hacia mi tumba con respeto a todos y a mí mismo.

Vistas las cosas desde mi perspectiva, tener una gran vida hoy, necesitó la presencia de fracasos ayer para probarme a mí mismo que el mañana era capaz de conquistarlo.

En definitiva, el cliché "no hay éxito sin fracaso", yo lo comprobé en carne viva, todo gracias fracasos que, al no matarme, me hicieron más fuerte.

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