Ganaron los albos... perdón, los ex albos. “Porque te quiero, te pego” decían los abuelos y ayer, las viejas generaciones aliancistas, vestidas de morado, le dieron una lección a la nueva sangre alba.
Una lección de pragmatismo. Porque sacaron de las viejas costumbres la experiencia necesaria para aguantar el vendaval de juego aliancista, aprovechar la única ocasión de peligro que tuvieron en todo el partido, y luego defender su solitario gol con todo lo que da el alma para sacar tres puntos de oro, tres puntos dulces que dejan a los dirigidos por el argentino Pablo Centrone perdidos en el limbo de la inseguridad.
Inexplicablemente, Alianza ha perdido el toque de sus primeros tres partidos. Se quedaron perdidos en el tiempo, y de poco sirvió el último receso de 15 días. Los albos amenazan regresar sobre viejos caminos: luego de buenos arranques, comienzan a aflojar de nuevo.
Porque bastó un achique del portero de Alianza, el colombiano Juan Carlos Mosquera, y que quedó en pies chalatecos para que la pelota regresara al área blanca, que Amílcar Ramírez —un ex albo— se la pusiera a Mario Deras y que este fulminara de izquierda a Mosquera para dictar sentencia en contra del cuadro capitalino.
Fue demasiado premio, hasta ese entonces, para la zona ofensiva de Chalate. Porque su mérito fue plenamente defensivo. Obstinado en hacer del error del rival su arma principal contribuyeron a que todo el primer tiempo fuera un monólogo de aburrimiento con un Alianza que intentaba sobrepasar la muralla morada, pero que se quedaba sin ideas, atascado como el tráfico de los sectores aledaños del Cuscatlán: un caos donde no se podía pasar por ningún lado.
Óscar Navarro y Juan Carlos Serrano —pareja de contenciones blancos hace unos años— se crecieron en la marca al medio. Y así, neutralizaron al brasileño Gustavo Nunes, al obligar a Alianza a llevar la pelota de paseo de un lado a otro, sin concretar una sola llegada de peligro en toda la primera mitad.
Al menos a la ofensiva estaban parejos. Porque la visita tampoco lucía adelante. Hasta el cielo que amenazaba con lluvia se hartó del juego y prefirió llevarse las nubes a otro lado, oscureciendo sin soltar el temido chaparrón.
Intento sin resultado
Tuvo que caer el gol de Deras para que el juego despertara, y que los blancos comenzaran a tener más llegada. Chalate se arrinconó por completo y Centrone arriesgó enviando a Castillo, Retana y Burgos, puros ofensivos. Tenía que haber algún modo de abrir la lata morada.
Pero no encontraron el abrelatas. Porque los cabezazos de Luis Anaya, Nicolás Muñoz y Rafael Burgos o encontraban las manos de Yasir Deras —otro ex albo— o pasaban arriba del horizontal.
Además, si ya de por sí era complicado jugar en territorio chalateco, la entrada de José Orellana, Jorge Romero y Adolfo Tobar (tres jugadores de vocación defensiva) lo hizo más difícil todavía.
Los albos corrían con las bicicletas de Castillo, los centros de Ramón Sánchez o la pegada de “Yuyu”; ninguna era efectiva, y acaso como señal extraña de ese partido extraño hasta la misma Ultra Blanca lució desconocida.
Ayer no hubo “movete Alianza, movete. Movete, deja de joder”. Quizá, en el fondo, disfrutaron viendo a sus ex ídolos venciendo a un equipo con el que no terminan de identificarse.
Chalatenango no volvió a aproximarse sobre territorio aliancista. Estaba demasiado ocupado defendiéndose, sufriendo por un resultado que le permite llegar a 10 puntos, mantenerse en la parte alta de la tabla y seguir con su invicto.
Lo de Alianza es otra historia. Una que ahora tiene que cambiar, a la espera de ir a San Miguel, a jugar contra el Águila. Y si no es ahí, luego les llega FAS.
Fuente: LPG
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