ENTONCES CENTRONE NO ERA EL PROBLEMA
Por Jesús Alfredo Campos
Fas 1, Alianza 0. Una vez más vimos con impotencia que nuestro equipo del alma cae humillado antre otro rival frente al que nunca debimos haber caído, primero porque estábamos en nuestra casa, segundo porque estábamos frente a nuestra afición, y tercero, porque queríamos ver aunque fuera de milagro, que el presidente de la Directiva no se había equivocado al despedir al magnífico técnico argentino Pablo Centrone, porque no nos entregaba resultados.
Todavía suena en nuestros oídos las palabras de los Directivos justificando la salida de Centrone aduciendo que no íbamos a “esperar hasta que el equipo estuviera en séptimo lugar para despedirlo”. Ahí lo tenemos ya en el sexto, ahí tenemos ya a los nuevos técnicos con seis puntos perdidos y sin un misérrimo gol a favor, ahí tenemos una frustración más y quién sabe cuánto dolor nos espera porque así como se desenvuelven en la cancha esos once hombres que visten la camisa del Alianza ahora, no nos da apoyo para tener siquiera una esperanza de recuperación a mediano plazo.
El año pasado Centrone hizo un milagro con un número de jóvenes que talvez no tenían nombre, que no eran seleccionados nacionales, pero que tenían algo que no tienen los que saltan ahora a la cancha: Amor por el equipo. Centrone fue a las reservas del Alianza a traer a los prospectos que salían a darse enteros y a sudar la camiseta porque sabían que en sus pies estaba la salvación de una gloria nacioanal y la salvaron; cierto, lo hacían también por un salario, al fin son jugadores profesionales, pero para ellos primero era el equipo, después venía lo demás.
Ahora, triste es aceptarlo, primero es lo demás, después viene el equipo, ahora tenemos en Alianza casi a toda la Selección Nacional y cuando pensábamos “Hoy sí, hoy nada nos para hasta la décima”, advertimos que entran a la cancha once señoritos más preocupados en qué bonito se les va a ver el pelo teñido en la televisión, que en meter la pelota en el marco contrario.
No señores, Centrone no era el problema, el problema es un grupo de hombres que no tienen una idea clara de lo que el Alianza significa no sólo para la afición alba, sino para todo un país; el problema es la contratación de gentes que se creen estrellitas, el problema es mucho ego en la cancha, cada quien sintiéndose el mejor y perdiendo la visión de juego de conjunto, o haciéndose expulsar de la manera más infantil dejando al equipo paticojo frente a rivales que desean ganarle al Alianza porque se llevan un poquito de gloria, esto es lo que ha traído como resultado la tragedia por la que estamos pasando.
Un equipo es como un ejército que va a la guerra, no se pueden mandar a solo generales, se tienen que mandar soldados que son los que al final ganan la guerra. El Alianza de Centrone de la temporada pasada era eso, un ejército en el que había tres generales: Velásquez, Carballo y Albarrán, y un puñado de soldados conformado por el resto de jugadores que alcanzaron la honra de conquistar el título de campeón goleador y llevaron al equipo incluso al punto de clasificar, con todo y las adversidades que sufrieron; pero hoy ¿Qué pasa en el Alianza? Hay un ejército de generales y ni un solo soldado, así dificilmente vamos a ganar una batalla.
Yo sé que el señor Pohl desea lo mejor para el equipo y que no lo está manejando de mala fe, sé también que es un gran administrador de negocios; pero aunque el fútbol rentado es obviamente un negocio, a un equipo como el Alianza no se le maneja como a un restaurante.
Echar a Centrone porque perdió dos partidos no es lo mismo que echar a un cocinero porque se le quemaron dos guisos, lo siento mucho, pero esa no fue la mejor salida.
Porque soy albo hasta el tuétano de los huesos me duele en lo profundo del alma cada derrota y deseo de corazón que pronto esos generales se conviertan en soldados, y tengan conciencia de la responsabilidad que pesa sobre ellos al defender la gloriosa camisa blanca y nos regalen una victoria otra y otra.
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