El 6 de mayo de 1937, más de mil observadores se reunieron en Lakehurst, a ver llegar el Hindenburg con 61 tripulantes y 36 pasajeros en su primer viaje trans-Atlántico del año.
Robert Buchanan, 87, a la época de 17 años de edad y testigo presencial del dramático evento, cuenta que tiene problemas recordando cosas que pasaron hace diez minutos, pero recuerda vívidamente aquel momento trágico en Nueva Jersey, como si en efecto hubiera ocurrido hace diez minutos.
El estaba ahí aquel día lluvioso.
"Nuestra bendiciófue, recuerda Buchanan, que estábamos completamente empapados y por eso el tremendo calor de la explosión infernal no nos chamuscó"
El fotografo de Prensa Asociada Murray Becker preparó su cáamara para hacer tomas del espectáculo único de ver aterrizar el histórico vuelo del teledirigible, pero lo que fotografió fue un terrorífico colapso.
Un pasajero de 8 años, Werner Doehner, último sobreviviente del siniestro quien vive en Colorado, recuerda: "De pronto todo el lugar ardía en llamas, mi madre nos tiró por la ventana a mi hermano y a mí, pero di con algo y reboté de regreso, me cachó y me volvió a lanzar; mi pobre hermana era muy pesada para ella, luego se lanzó mi madre fracturándose la pelvis, pero aún así se las arregló para caminar lejos del peligro."
Doehner, 78, fue hospitalizado con quemaduras serias y todavía llora al hablar de la tragedia que mató a su hermana y a su papá.
Las causas del tormentoso evento se discuten aún, la teoría más aceptada es que la electricidad estática de tormenta chocó con un escape de hidrógeno del dirigible desatando la hecatombe.
En la base de Lakehurst, una placa y una marca en el medio de una vieja pista de aterrizaje muestra donde el Hindenburg tuvo su fin.
El viejo hangar número 1 exhibe recortes de periódicos de la época y pedazos de chatarra de la lujosa nave. Del equivalente aereo del Titanic.
Hoy se cumplen setenta años del histórico y trágico suceso.
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