miércoles, mayo 23, 2007

¿EL SALVADOR O GUATEMALA?

Colaboración de mi buena amiga Ana María Menjivar

Actualidad:Edición Dominical

El Salvador ¿nos está sacando ventaja?


El Salvador, un país que cabe casi dos veces en Petén y tiene la mitad de población que Guatemala, inspira esa sensación de quien con menos está haciendo lo mismo, o más, y si nos descuidamos, quizás hasta el doble.


Paola Hurtado/elPeriódico

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Dos cubetas con cangrejos en un mercado de Miami. Una está tapada y la otra no. "¿Por qué la diferencia?", pregunta un cliente. "Porque los primeros son salvadoreños. Si no los cubro se me escapan", contesta el vendedor. "Y los otros son cangrejos guatemaltecos. Cuando uno trata de fugarse, los demás lo tiran hacia adentro. Ni siquiera hay que cuidarlos."

La conocida y apócrifa historia le vino a la mente a Marco Antonio Barahona, analista político, cuando intentaba explicar la idiosincrasia de nuestros vecinos, los salvadoreños ("gente urgida por salir adelante") y resumía en una frase a El Salvador: "Una locomotora en Centroamérica."

Locomotora puede resultar un término demasiado halagador para un país que viaja un par de vagones adelante que nosotros, casi en la cola del tren de desarrollo humano. Que también tiene un pobre crecimiento económico y maneja altos índices de pobreza, desempleo y violencia.

Eso es por un lado. Pero si se corre el telón completo, El Salvador, uno de los tres centroamericanos que junto con Guatemala y Costa Rica ocupa los mejores puestos en la región (¿o debería llamárseles "menos peores"?), está dando de qué hablar y ¿por qué negarlo?, de envidiar.

Ambiciosos y visionarios proyectos como la construcción de La Unión (o Cutuco), un colosal puerto en el Pacífico de 117 hectáreas de extensión y un costo de US$90 millones que en 2008 será el tercero más grande y moderno de América Latina. La modernización de su aeropuerto, que ya es categoría uno y funciona como centro de conexión para Centroamérica. Y la próxima construcción de un parque tecnológico industrial de primer mundo que le permitirá producir a gran escala e importar libre de impuestos, son solo algunas de las muestras de que este pequeño le apunta a lo grande.

"Yo diría que pretende convertirse en el abanderado centroamericano", opina Alex Segovia, analista económico que recientemente publicó un estudio sobre la integración real de Centroamérica en el que identifica a los grupos económicos salvadoreños y guatemaltecos como los más poderosos de la región.

Desde hace 15 años, señala Segovia, El Salvador ha estado armando la plataforma para convertirse en una plaza regional financiera y de servicios, que es su máxima apuesta. Estableció una política de cambio fijo, dolarizó su economía, fue el primer país centroamericano que aprobó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (en cuestión de días y sin oposición nacional), y ahora intenta ratificarlo y ponerlo en marcha antes que todos.


Hablar como los grandes

Con su cadena de restaurantes Bagel Factory en la región centroamericana, los hermanos Diego y Bernal Vadillo llegaron a detectar un ingrediente que no figuraba en su receta guatemalteca, ni se reflejaba en los análisis ni indicadores. "Los salvadoreños son tenaces", los describe Diego.

"Uno los oye hablar y aunque sean pequeños, en verdad hablan como
grandes: ya tienen la mira puesta en cómo acoplarse al TLC, en cómo abrir más tiendas y qué nuevo negocio traer", cuenta Diego. "Es gente que no está tirando pedradas, sino que ya está viendo cómo pararse ante Estados Unidos, Europa. Y esa actitud aquí no la tenemos, yo no la he visto", dice.

Visión, quizás es el mejor término para definir esa calidad de "emprendedores y osados" que Barahona también le atribuye a los vecinos. "Es gente con vocación de trascender límites y economías", opina el analista.
"Son muy seguros de sí mismos, si no ¡vaya a ver cómo le sacaron el jugo a las siglas de TACA a la que le dicen ahora Transportes Aéreos del Continente Americano!", ríe.

Con escasas posibilidades de explotar su agroindustria y un turismo rezagado y sin incentivos fiscales, los salvadoreños le apostaron hace más de una década a convertirse en un espacio financiero, comercial y de servicios para Centroamérica, y su visión se resumió en una consigna: atraer inversión extranjera.

El país ha tenido a su favor una relativa estabilidad política gracias a los cuatro períodos presidenciales consecutivos del partido de derecha, la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), y es el que goza en la región de más apoyo de Estados Unidos (una reciprocidad evidenciada con el envío de tropas salvadoreñas a Irak y el incondicional apoyo al TLC).

Con un gobierno empresarial, a diferencia del pro empresarial que hay en Guatemala, según Segovia, la agenda gubernamental salvadoreña coincide en muchos puntos con la de los grupos económicos e incluso llega a ser básicamente la misma.

Por ese trabajo de la mano con el gobierno, la Cámara de Comercio e Industria Salvadoreña consiguió mejorar el clima de inversión al reducir de cuatro meses a menos de tres semanas los trámites para iniciar operaciones comerciales en ese país (de hecho, El Salvador ostenta el puesto más alto en competitividad), participar en la elaboración de iniciativas de ley que les involucra y fiscalizar las irregularidades en las licitaciones públicas, cuenta Mario Magaña, director de asuntos económicos de dicha Cámara.


El mejor de la clase

El Salvador, sin embargo, no es, y está muy lejos de serlo, un líder.
De hecho, nadie en la región podría ostentar ese título debido a que ninguno tiene presencia en todos los países del área ni legitimidad, hace ver Manuel Orozco, director para Centroamérica del Programa de Remesas y Desarrollo en América Latina, del Diálogo Interamericano en Washington, D.C, Estados Unidos.

A pesar de sus esfuerzos de "ser los mejores de la clase", como los describe Pablo Rodas Martini, analista independiente, los salvadoreños simbolizan al alumno aplicado que a pesar de cumplir con todas sus tareas, no obtiene más que 60 puntos.

El año pasado la economía salvadoreña apenas creció 2.8 por ciento, el ingreso por remesas equivalió al 16 por ciento de su PIB y de los US$3 mil 500 millones que obtuvo por exportaciones, más del 70 por ciento provino de la maquila con "una preocupante dependencia", dice Rodas.

"Es un país estancado, con un modelo político y económico excluyente, que a pesar de tener centros comerciales más bonitos que los nuestros, está muy rezagado en materia de desarrollo social", recuerda Juan Alberto Fuentes Knight, economista guatemalteco, quien hasta el año pasado coordinó la elaboración de los informes regionales de desarrollo humano para Naciones Unidas.

"Ustedes, con todo ese montón de atractivos que tienen, con lo grandes que son, no deberían de estar mano a mano con nosotros, sino ganándonos", dice Mario Villacorta, presidente de Two Shows, una empresa de espectáculos salvadoreña. El Salvador, al igual que Guatemala, recibe en promedio 50 artistas internacionales cada año, una cifra que este empresario atribuye al dinamismo de su gremio y a la desidia del nuestro.


"Con tanta gente y solo tienen un centro de convenciones para conciertos. Lo demás son puros estadios y un domo clausurado. Los colegas allá tienen que inventarse dónde llevar al artista, ¡cómo va a ser eso!", exclama.

Guatemala, fuera del espectáculo, también tiene vastas oportunidades por aprovechar. El país goza de la estructura económica más fuerte de la región, la mejor riqueza de recursos naturales, un sector privado con mayor capital que el de sus vecinos los salvadoreños, aunque también menos unido y expandido, y un turismo que constituye su segunda fuente de ingresos, luego de las remesas.

El país puede competir con ventaja en la región, por ejemplo, con la puesta en marcha de la construcción de un canal seco (vía férrea, carretera, oleoducto y gasoducto) que conecte su puerto del Atlántico con el del Pacífico, y para el que ya tiene inversionistas interesados, explica Mario Estuardo Fuentes, coordinador general de Megaproyectos. Puede competir con Cutuco si agiliza los trabajos de mejoras y ampliaciones en Puerto Quetzal, y se prepararía también ante los cuatro megainstitutos tecnológicos que tiene en planes levantar El Salvador, si invierte en alta tecnología educativa, añade.

"Es cierto que El Salvador tiene una visión muy clara de lo que quiere ser como país, y nosotros, un objetivo más diluido", reconoce Marco Augusto García Noriega, presidente del Comité de Actividades Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF) en Guatemala. "Pero seguimos siendo el país con el sector industrial y agroindustrial más fuerte", subraya.

El Salvador es el segundo socio comercial de Guatemala y viceversa.
Para ambos, las remesas familiares enviadas por la población emigrante desde Estados Unidos son su principal fuente de divisas, a los dos los unen estrechas relaciones sociales, económicas y políticas, y sus grandes grupos económicos tienen inversiones en la región.

Aunque la integración centroamericana y los negocios regionales son la gran apuesta de los países del área, Centroamérica aún no es vista como un mercado potencial de más de 20 millones de habitantes que conforman un bloque unificado, dice Orozco. "Vistos desde fuera, son países muy divididos en donde el sector privado pareciera ser el único integrado, pero en la cultura y la política sobresale la ausencia de voluntades".

Obtener un liderazgo centroamericano sería casi innecesario, tomando en cuenta que para enfrentar al mercado globalizado solo cuentan las alianzas, hace notar Orozco. Sin embargo, reconoce, resulta inevitable ver los logros del vecino y tener la percepción de que "se está saliendo con la suya". "¿Y por qué no?", se pregunta. "A mí me parece que es lo que todos los países de la región deberían estar haciendo."

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