“Con lo que cuesta hacer un intelectual de la talla de Roque Dalton en América Latina, y en El Salvador se dan el lujo de matarlos...”
Mario Benedetti
A treinta y dos años de su abominable asesinato a sangre fría por un grupo de sicópatas disfrazados de guerrilleros, su presencia en el mundo es más sentida que si estuviera físicamente entre nosotros.
Mientras que uno de sus perpetradores se pavonee por el mundo dando charlas sobre quién sabe qué, la sombra de Roquito lo persigue y lo perseguirá hasta mil años después de la última palada de tierra que caiga sobre su tumba.
En el fondo, pobrecito el asesino (sí, con una línea similar comienza Roque su poema “La Segura Mano de Dios”, acerca de su visión del crimen sobre otro asesino de envergadura, el general Maximiliano Hernaaandez Martínez, ex dictador de El Salvador), por más que se maquille, vista bien y se dé poses de intelectualoide de quinta categoría, las miradas de su audiencia contemplan tras él la imagen del poeta mártir, y las grandes preguntas nunca le han de faltar: ¿Por qué lo mataste? ¿De qué trágico suceso salvó a El Salvador su asesinato? ¿Dónde está el gran bien que le hiciste al pueblo con tu aberración?
¿Por qué el 10 de mayo?
En El Salvador no caben el cadáver de Roque y el cuerpo vivo de su asesino. En realidad este último en pocas partes de este mundo cabe. Vive en Inglaterra, pero a los ingleses no les gusta tener controversias en Londres, por eso no me extraña que lo hayan ensucunado en Oxford, es más, no me extrañaría que tuviera restringida su presencia en Londres.
Para su dicha, nuestro vate máximo murió en la tierra que tanto amó y lo dejaron tirado en una botadero al lado de los cadáveres de la gente del pueblo por quien él tanto abogó.
Dicen que lo medio enterraron y con ello nos dieron la oportunidad de sentirlo porque Roque está en "el aire que respiramos, en la tierra que nos sustenta y en la familia que amamos".
Gracias a Dios por Roque, Gracias a Dios porque nació en El Salvador.
Roquito a treinta y dos años de tu cobarde asesinato estás aún más vivo que cuando vivías; y vos, asesino de Roque, estás más muerto que cuando te murás!
ROQUE: TU GRANDEZA TRASCIENDE LA PEQUEÑEZ DE TU ASESINO!
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