La mágica historia del Maradona de Centroamérica
26/08/10 - 08:20
El salvadoreño Jorge Alberto González Barillas tuvo al fútbol como espacio de diversión. Irreverente e indisciplinado, fue ídolo en España y lo apodaron “El Mágico”. Ahora, es venerado en la web.
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Centroamérica, territorio de mitologías y de leyendas, también tuvo a su Maradona. No se llamó Diego Armando. El día de su nacimiento, los padres le garantizaron una denominación larga: Jorge Alberto González Barillas. El tiempo y su juego lo cambiaron. De nombre y de recorrido: lo llamaron Mágico y fue mágico. De él se hicieron documentales y obras de teatro; se gastaron adjetivos en sus descripciones; lo rodearon de mitos y de rumores.
Lo contó él mismo, sin inhibiciones, alguna vez: "Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme".
González se destacó en su país (ganó cuatro títulos locales con FAS y la Copa de Campeones de la CONCACAF en 1979) y participó del Mundial de España 82 con la selección. Soportó el oprobio de perder 10-1 con Hungría, máxima goleada en la historia de las Copas del Mundo. Se dio un pequeño lujo: participó de la jugada del único gol mundialista de su país. La IFFHS lo nombró como el mejor futbolista salvadoreño de la historia. También fue ídolo en el Cádiz, donde fue considerado de manera oficial como el mejor jugador de todos los tiempos.
Su carrera incluyó a equipos menores de El Salvador y el Valladolid. Lo pretendieron Atalanta y Barcelona. En el fútbol de Italia lo miraban con agrado, pero no lo contrataban porque no lo consideraban un perfecto profesional. Jugó hasta que quiso. A los 42 años, se retiró con la camiseta del FAS. Pero según cuenta el periodista Gustavo Flores -Jefe de Deportes de El Diario de Hoy, de El Salvador- "el Mágico sigue jugando en donde sea, en cada lugar, en la calle, él es un futbolista vocacional dispuesto a desmentir sus 52 años con la sensibilidad de sus pies". En el medio, manejó un taxi por las calles de San Salvador, la ciudad que lo vio nacer, para que su familia comiera.
Se animaba a los peores excesos y a jugar a pesar de ello. Retrata la profusa mágica leyenda que el mejor partido de González en Cádiz sucedió tras un episodio festivo. En una semifinal del tradicional Trofeo Ramón de Carranza, a mediados de los 80, enfrentó al Barcelona y González no se presentó a tiempo para el partido. En consecuencia, no fue tenido en cuenta en la formación inicial. En el entretiempo, cuando los gaditanos perdían 3-0, se decidió incluirlo. El desenlace fue de fábula: hizo dos goles, ofreció dos asistencias y el Cádiz se impuso por un inverosímil 4-3.
En 2006, el escritor salvadoreño Geovani Galeas presentó una obra teatral basada en la vida de González, la cual tituló "San Mago, patrón del estadio". Luego, entrevistado por el periodista Rafael Mendoza López, el autor contó algo a modo de retrato del futbolista: "Lo que pasa es que este tipo tiene una psicología muy rara, es un fenómeno, es una mutación genética; esa es mi hipótesis personal: yo creo que él es un monstruo de la naturaleza; él no tiene culpa de su talento; por eso, es tímido, porque, entre otras cosas, es capaz de intuir que él no es responsable de su genialidad".
David Vidal, entrenador de fútbol y hombre de fútbol, lo conoció en los días en que González jugaba a ser un superhéroe todos los fines de semana, en plena Liga de España: "Técnicamente él era como Maradona. Nunca he visto un jugador con la calidad técnica que tenia Jorge, tanto con la cabeza como con el pie. Un día comenzó a hacer controles con un paquete duro de tabaco. Pudo hacer 20 o 30. Nos quedamos mirándole y era impresionante. Una naranja es redonda, pero un paquete de tabaco es rectangular. La sensibilidad que Dios nos ha dado a los humanos en las manos, a Jorge se la dio en los pies. Ponía el balón donde quería. Le pegaba de tal manera que jamás se le elevaba".
Ahora, en Internet, sus videos son tan vistos como los de muchos de los futbolistas que participan de las Ligas de Inglaterra, de España o de Italia. "Un futbolista de culto", lo señalan los que se manifiestan especialistas de este tipo de fenómenos. En definitiva, es un módico homenaje a la fascinación que el Mágico González generó en todos aquellos que lo pudieron ver y en todos aquellos que escucharon sobre su legado. Está justificado: un militante del carácter lúdico no merece menos que una memoria activa.