martes, junio 29, 2010

ANGELES EN EL CAMINO: EL CHOCO URBINA



Lic. Jorge Urbina

Para la segunda mitad de septiembre de 1983, yo estaba viviendo mi vida en tiempo pasado, es decir, después de los secuestros de mis amigos y compañeros docentes de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, Pedro Flores y Hugo Carrillo, todo mundo pensaba que solo era cosa de días, si no horas, para que yo también cayera.

Fuera de los miembros de mi familia y unos paquísimos amigos, nadie quería saber nada de mí. Todos me desconocieron, si me veían me esquivaban, y menos que se iban a atrever a hablarme o salir conmigo. No resiento para nada su actitud, aquella era una época en la que los escuadrones de la muerte no atinaban, no los culpo, yo quizás, pero solo quizás, hubiera hecho lo mismo.

Un encuentro providencial en Metrocentro con el Choco Jorge Urbina cambió mi vida para siempre. Yo platicaba con una estudiante de la Universidad quien me daba un reporte de lo que pasaba la Casa de Estudios en los días posteriores al secuestro de Pedro, y lo importante que era que yo dejara de llegar por un tiempo al lugar pues el ambiente estaba tenso, estábamos en el restaurante Mr. Donuts del lado del Boulevard Los Héroes.

El Choco Urbina era un reconocido líder estudiantil muy comprometido con la causa popular con quien yo tenía un contacto tangencial en el Departamento de Ciencias Políticas de la Facultad de Derecho, tiene un gran ingenio que adorna con un humor cáustico que te hace reír, pero que si te agarra de maje también te hace llorar. En la actualidad es un buen abogado siempre está involucrado en Organizaciones gremiales.

Los restaurantes Mr Donuts tienen paredes de vidrio, de manera que todo el mundo está expuesto a las miradas tanto de afuera como de adentro de los mismos.

Así las cosas, mientras conversábamos con Dinora, que así se llamaba la estudiante, una figura masculina sonó con los nudillos de los dedos el vidrio desde afuera (demás está decir que en ese momento me dieron unas horrorosas ganas de cagar, que llegan hasta ahorita que me acuerdo☺), al volver la mirada advertí que era el
Choco Urbina quien me dio un saludo agitando la mano y al mismo tiempo me hizo una señal para hablar conmigo. De inmediato me disculpé por un momento con Dinora y me fui a otra mesa a platicar con el Choco quien con su característico humor cáustico me saludó con un lapidario:

- ¿Ya sabías que te quieren matar, cabrón?
-Se me había olvidado, gracias por acordarme. Le respondí con mal disimulado desespere.

Luego de oír mi información sobre los últimos días en la U, y lo yuca que había cambiado mi vida, pasó a decirme:

-Yo te voy a ayudar, ¿Te preferís ir pa'l monte o al exterior?
Sabiendo lo bromista que es el Choco le expresé:
-No me estás tomando el pelo veá cabrón.
Su respuesta:
-No jodás, ahorita no estamos para bromas! ¿Para dónde te querés ir?
-Por supuesto que para el exterior.
-Vergón, necesitamos un representante en Canadá (se refería a una ONG salvadoreña)
-Bueno, ¿Entonces para cuándo sería la salida?
-Para ya, cabrón, el lunes te vas para México para sacarte lo más pronto posible de aquí, y en México tramitamos la documentación para viajar a Canadá. Aquél era día viernes.
-Y cómo hago si yo no tengo pasaporte.
-Ah quijueputa! Hablando mierdas y ni siquiera pasaporte para un caquiado tenés.

Me puso doscientos pesos en la mesa y me dijo:
-Andá sacá esa mierda y me contactás en este número cuando ya lo tengás.

En aquel momento advertí cuán serio estaba el Choco con su propuesta que por otra parte salvaba mi vida, nos despedimos no sin antes haber oído la última joya cáustica del Choco:

-Andate donde la chamaca porque no me quiero dar más color con vos.

Regresé donde Dinora y me despedí de ella para no verla nunca más.

Lo demás es historia conocida, aquel encuentro providencial con el Lic. Jorge Urbina fue el primer paso hacia un giro de ciento ochenta grados en mi destino.

No dudé que en el Choco estaba la presencia del mismo Dios en mi vida.

No hay comentarios.: