Mi amigo Hiram es de Nicaragua, cuando esta mañana, henchido de emoción, le terminé de leer el Poema de Amor de Roque Dalton, me bajó a la tierra espetando:
-Se le olvidaron los culeros, ja, ja, ja!
Herido en mi amor propio, no me quedó más remedio que replicarle:
-El hombre está hablando de salvadoreños, no de nicaragüenses, maje, ja, ja, ja,!
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