Cuando la esposa de Albert Caldwell contemplaba cómo el personal de cubierta cargaba con el equipaje el 10 de abril de 1912 en Southampton, preguntó a uno de los mozos: “¿Es verdad que este barco no se puede hundir?”. El chico le contestó: “Así es, señora, ¡ni Dios mismo podría hundir este barco!”.
Los pasajeros de este trasatlántico que iniciaba así su primer viaje a Nueva York, no podían ni imaginar lo que ocurriría cuatro días después, veinte minutos antes de la madrugada
Hace 100 años, ocurrió uno de los mayores desastres en la historia humana. Se pensaba que el Titanic era un barco indestructible, una máquina perfecta capaz de enfrentar cualquier embate de la naturaleza, al punto de calificársele como: insumergible.
Así lucía el Titanic el 14 de abril de 1912
Para su construcción, iniciada en 1909, se necesitó una mano de obra de 15,000 personas además de un presupuesto millonario para la época. La nave medía 269.06 metros de largo y de alto unos 32 metros. Habilitada para desplazar más de 52 mil toneladas de peso y abordar 2,435 pasajeros y una tripulación de 892 personas.
Poco tiempo después de haber sido terminada la nave, el Titanic se hundía en las frías aguas del Atlántico tras chocar contra un iceberg.
Capitan Edward John Smith, máximo responsable del Titanic. Aunque pudo haber salvado suvida, prefirió cumplir con las leleyes del mar y se hundió con su barco.
La noche del 14 de Abril de 1912 fue una pesadilla para los miles de pasajeros que viajaban provenientes de Europa en busca de una nueva vida en América. El mundo despertaba con una triste noticia y el duro golpe de la fatalidad.
Hoy se conmemoran 100 años del hundimiento. En un tiempo de pensar, más que de buscar lecciones de la vida entre la máquina y el hombre.
Vista del comedor de los pasajeros de primera clase
Las dimensiones de un accidente pueden carecer de importancia, si en lugar se mira más bien el viaje que muchos de nosotros estamos dispuestos a hacer en busca de la felicidad. Hombres que cruzan el mar, que atraviesan el voraz desierto, que traspasan fronteras o viajan en peligrosas condiciones en la búsqueda de un nuevo comienzo. El Titanic es un símbolo que recuerda a la humanidad su posición ante la naturaleza, pero también el deseo humano por perseguir la felicidad en el alcance de nuevos horizontes.
El témpano responsable del hundimiento del Titatic
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