Al aterrizar en el aeropuerto de Barajas de Madrid, a fines de marzo de 1999, mi amigo Julio Orozco nos estaba esperando a mi mujer y a mí, para conducirnos a la estación del tren de Chamartín de donde partiríamos para Murcia en el sur del país, que era nuestro destino final.
Como entre la hora de nuestra llegada a Madrid y la salida de nuestro tren, quedaban tres buenas horas, Julio nos dio una pequeña gira en la capital de la Madre Patria, y no perdimos tiempo en pedirle que nos llevara a ver el Monumento a Cervantes en la Plaza de España. Preciado lugar que sólo conocía en fotografía, y ahora tendría el honroso privilegio de ver con mis propios ojos, y decirle simbólicamente al Príncipe de las Letras Castellanas, gracias por la inmensa alegría que le dio a mis espíritu con su ingenio y, particularmente, por Don Quijote de la Mancha, a quien metí en mi alma el día mismo que leí sus primeras líneas "en un lugar del barrio Santanita de cuyo nombre no quiero acordarme" pero que era la casa de mi papá, allá en los lejanos años sesenta. He aquí una reseña histórica del célebre monumento según Wikipedia:
El Monumento a Miguel de Cervantes se encuentra en la Plaza de España, en el Barrio de Palacio de Madrid (España).
Al cumplirse los 300 años de la muerte de Cervantes en 1916, se convocó en 1915 un concurso nacional para la erección de un monumento conmemorativo en la recién construida Plaza de España. El proyecto ganador fue el presentado por el arquitecto Rafael Martínez Zapatero y el escultor Lorenzo Coullaut Valera. En 1920 se constituye el comité de recaudación de fondos para la erección del monumento en todos los países castellanoparlantes, no comenzando las obras hasta 1925, contando entonces con la colaboración adicional del arquitecto Pedro Muguruza, que hace algunas modificaciones, suprimiendo ornamentaciones, balaustrada y una Victoria Alada que coronaba el monumento, en su versión inicial. Aunque no completamente acabado, se inauguró el 13 de octubre de 1929.
Las figuras de honor en el monumento representan a Cervantes, sentado bajo un pedestal, con las estatuas en bronce de Don Quijote y Sancho Panza cabalgando respectivamente sobre Rocinante y su acostumbrado jumento, en la base del monumento principal.
Está coronado con una bola del mundo y los cinco continentes, alegoría de la difusión de la lengua española por todo el mundo. Entre otras esculturas se encuentran la Realidad y la Ficción. Por la parte trasera del monumento se representa a Isabel de Portugal y la fuente se desliza por los escudos (actualmente muy desgastados) de todos los países donde se utiliza la lengua de Cervantes. Se representa también a un indio en la tradición de Alonso de Ercilla y su La Araucana y a Perseo, que representaría la lírica clásica.
Durante los años 30 el monumento sufrió un parón considerable, no siendo reiniciado hasta los años 50, cuando el hijo del escultor ganador del concurso, Federico Coullaut-Valera, completó el monumento añadiendo las figuras de Dulcinea y Aldonza Lorenzo, y posteriormente (1960), los grupos de Rinconete y Cortadillo y de La Gitanilla.
Era mi primera visita a Europa y lo primero que tenía que hacer era irle a pagar mis respetos y agradecimientos a un gigante. No podía ser de otra manera.
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