pero no como lloran mortalmente los pobres de mi patria
con sus hijos panzudos que lamen sus manitas
para sentir el sabor de la sal, penumbra en pena.
Estoy cansado de llorar porque de algo tengo que estar cansado
en esta vida ya larga y que pesa sin clemencia
con los recuerdos acumulados de tantos días idos.
Si yo fuera un hemir o un catarro asustado de un ratero
talvez así me convencería que el amor es pasajero.
Pero la terca emoción de un hastío que quema
ya no me va dajando luz en las pupilas.
Ya he llorado por gentes que se fueron del mundo
ya he llorado por besos de labios ya marchitos,
ya he llorado con llanto nocturno entre minutos
que se corrieron juntos quién sabe para donde.
Y ya no puedo más. La huella del último intento
de amar a una mujer se fue desvaneciendo,
y me ha quedado solo llorar sobre recuerdos,
esbozos derretidos de momentos vetustos
que entran sin hacer ruido y se quedan insomnes.
Llorar más ya no puedo, ya me quedé sin llanto.
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