COLABORACION DEL REV. ROBERTO PINEDA
Jesús: se llamara así porque salvará al pueblo de sus opresores...
Mateo 1: 21
Cada Navidad representa un desafío para los que nos calificamos como seguidores de Jesús de Nazaret. Es un momento para reflexionar sobre nuestra conducta ante el mundo y ante nosotros mismos. Es un momento de alegría y de tristeza. Alegría por la llegada de nuestro Salvador y tristeza porque el pecado de los opresores continúa dominando la tierra.
El nombre de Jesús es bandera de los oprimidos pero también es trofeo de los poderosos. Lo exhiben en sus catedrales del comercio y la religión. Y nos corresponde a sus seguidores explicar que el testimonio de Jesús es promesa para los pobres y denuncia de los soberbios. El nombre de Jesús es la seguridad que los poderosos serán derribados de sus tronos. Y que los humildes entraran al reino de Dios.
Un mundo dominado por el pecado de la opresión
Este mundo globalizado por las grandes corporaciones y los grandes bancos es el mundo del pecado. El pecado es la desobediencia al llamado de Dios para que seamos solidarios. El pecado es el afán de una minoría mundial de acumular riquezas. Y para lograr esto impulsan la guerra. Están en busca de controlar el petróleo, el agua, los bosques, de adueñarse de la vida del planeta. Y por eso el imperio invade Irak y amenaza a Siria, a Irán.
Y frente a ese pecado se levanta la resistencia de los pueblos. La resistencia es la respuesta que surge del dolor cuando lo ilumina la esperanza. Cuando no lo ilumina la esperanza se convierte en sometimiento. La resistencia de los pueblos es el espíritu del Dios de la Justicia actuando en el mundo. Y Jesús representa en nuestra tradición esa esperanza de liberación. Y la Navidad es el inicio de esa esperanza.
Celebramos el nacimiento de un niño pobre de una familia campesina, pobre, oprimida...de Jesús, hijo de María y de José. Es un niño y una niña que nace cada segundo en todo el mundo. Jesús es la esperanza que cada uno de nosotros transformemos nuestra vida ofreciendo nuestra fuerza a la solidaridad y a la lucha, como lo hizo Jesús.
La fe y la esperanza de El Salvador son la fe y la esperanza de Jesús
Hay dos Navidades en nuestra patria. La Navidad del árbol adornado de regalos caros. La Navidad de los ricos y de los grandes centros comerciales, que obtienen fabulosas ganancias lucrándose del nombre de Jesús, que obligan a sus trabajadores a trabajar doble turno, que a través del consumo extraen hasta la última moneda de los pobres.
Y la Navidad de los pobres. La Navidad de una cena con productos fiados. La Navidad de las mesas vacías. La Navidad llena de deudas y de recibos sin pagar. La Navidad con la tristeza y la preocupación en los rostros. La Navidad en la desesperación del desempleo, de la ausencia del familiar.
Y ambas navidades coexisten en nuestro suelo. Y la fe de Jesús en el Dios de la Justicia que es su Padre y su Madre, nos proporciona la seguridad que la esperanza va a prevalecer, que la soberbia de los poderosos será derrotada porque: he aquí, una virgen concebirá
Y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emmanuel.”
Que este Niño que nacerá pronto venga a salvar a nuestro pueblo del pecado de su opresores, que el año 2008 que pronto iniciara sea un año de lucha y esperanza, que como Iglesia Luterana Popular continuemos acompañando a nuestra gente en el espíritu del Niño Dios que se hará hombre para luchar por justicia y la paz. Amén.
San Salvador, 22 de diciembre de 2007
Iglesia Luterana Popular de El Salvador
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