lunes, diciembre 17, 2007

RECORDANDO A TOÑO "VIEJITA"

En otras palabras, no dormía, estaba muerto, bien muerto.

Las causas remotas por las que llegó a ese estado catastrófico a tan temprana edad, vaya Ud. a saber, la cosa es que Toño "Viejita", estaba en su ataúd antes de cumplir siete años. Sólo la noche anterior habíamos estado jugando con los soldatitos de plástico que su papá, un señor chelón, le había comprado para su cumpleaños.

Aún recuerdo la escena: La grulla de bichos se arremolinaba a la entrada de su casa y la familia no quería que entrara tanta gente porque quién sabe qué pasa en la mente de los dolientes en esas circusntancias, que no quieren buya de otros, sólo los gritos desaforados de los que sienten en el alma que se les haya ido un ser querido.

Y Toño "Viejita", de veras que era querido por su mamá, pues si imaginate vos, la pobre mujer sintió el dolor de tenerlo y lloró de alegría por su primer varón, y ahora lo llora porque se va para ya no verlo nunca más. Saco! Ahí si que hay que joderse, mis respetos para los que enterraron a sus hijos, tiene que ser algo inenarrable por lo ilógico.

Se lo había echado el Seco Armando, que andaba aprendiendo a manejar, allá por La Antigua calle Ferrocarril, entre la Tres de Mayo, la Dreyfus y la Cucumacayán, en San Salvador. Pero nunca fue culpable el Seco.

Lo que pasó fue que Toño "Viejita" se colgó de la cama del pick up, se soltó y al caer al suelo, se rozó la cabeza contra el guardafango, se desplomó y la llanta trasera le dio tan furibundo golpe en la cabeza, que si lo agarra más encarnado se la destripa, pero no, no se la destripó, de alguna manera tuvo suerte el cipote...El Seco nunca se dio cuenta de los hechos hasta que le gritó la mara que estaba en la cancha Mario Sol, que ya no existe por cierto, esto pasó en 1962.

Bueno, pero volviendo al caso. Tenía un moretón en la cara que casi le cubría el cachete en su totalidad, se veía tranquilo y yo casi lo veía despertar, pero nunca lo hizo. Al fin la gente se fue desparramando hasta dejar a Toño "Viejita", solo en el cuarto, solo con su muerte y su morete en el cachete.

Por un momento sentí un miedo que casi me amilana pero le puse huevos y lo dejé marchar por donde había entrado, agarré valor y le dije: "Toño, ayer estuvimos jugando con los soldaditos, hoy que te agarró por morirte, te puedo pedir que me los dejés a mí?"

Pero no me contestó, siguió muerto, bien muerto.

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