viernes, marzo 18, 2011

¡POR QUE LES DAN TRABAJO A ESTOS CAFRES!

Habla para que yo te conozca.
Sócrates





Yo vivo en el Area de la Bahía de San Francisco, estado de California, por un tiempo viví en Los Angeles. En ambos casos tenía que comenzar el día con una tristeza que con el tiempo se convirtió en amargura, hasta llegar al punto de, para tener días sosegados, dejé de oír radio en emisoras locales en español.

Dado que en Estados Unidos tenemos pocas opciones en cuanto a trabajadores del micrófono, y los controles de calidad del estado sobre los medios de comunicación en español no parecen ser tan estrictos como los ejercidos con los medios en inglés, por razones que mi razón desconoce, los dueños de radiodifusoras, contratan a locutores que no solo dejan mucho que desear, sino, dejan todo que desear al momento de ponerse frente al micrófono a vociferar por un número de horas que tenemos que soportarlos.

Desde voces chillonas que ultrajan el oído, pasando por acentos de países de donde vienen (se sabe que en el mundo de los medios los locutores deben sonar neutrales), hasta el uso vulgar y ofensivo del idioma, las horas se pasan y los radioescuchas tenemos que estar sufriendo aquel infierno fonético, pagando en vida por adelantado lo que vamos a ir a sufrir después de muertos.

Regionalismos de sus países que solo lo entienden sus connacionales, frases en inglés intercaladas con el español, carcajadas que no tienen nada que envidiarle al aullido de una hiena, y fusilamientos idiomáticos como los detestables vulgarismos "hubieron" por hubo, o agregarle "s" a la forma tú del pretérito de los verbos, por ejemplpo dicen fuistes, por fuiste, llamastes, por llamaste, etc. Todo sin contar con el avominable haiga a cambio de la forma subjuntiva de haber: haya, son el pan de cada día en las emisoras que transmiten en español en Estados Unidos. Sacrificio y tortura de una audiencia que impotente ve pasar los días sin que una voz piadosa de rescate se levante en contra de aquel asesinato de nuestra lengua.

Si acaso, cuando abandone el barrio, me voy sin escalas al chimbolero, todo lo que le voy a pedirle al jefe es que no me vaya a mandar al castigo de oír a estos cafres por toda la eternidad. No sería justo seguir sufriendo en el más allá después de haber soportado la desgarradora tortura de escuchar a estos lengüelatas en el más acá.


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