lunes, marzo 28, 2011

¡CON AMIGOS ASI, PARA QUE QUIERO ENEMIGOS!

Un hombre de negro me asalta en broma en la foto. En este mismo lugar, un hombre de blanco me asaltó en serio en la realidad. Juayúa, Sonsonate, abril, 2009

La etimología de la palabra estafa: Viene del italiano “staffa”, que significa estribo. Y está relacionado con los viejos cuentos del tío que se hacían, en aquellos tiempos, a los poseedores de caballos para que se lo “prestaran” por un rato a sabiendas que no se lo iban a devolver. Es decir, pedir prestado sin la intención de devolverlo. Este cuento del tío le servía al vivo para llegar al “estribo” (staffa) del caballo del hombre que se lo prestaba de buena fe.

En la estafa pura, se necesita un estafador, alguien que engaña a sabiendas del daño a producir, y un “engañado”, alguien que cree de buena fe en un acto común (como es el hecho de prestar, solidariamente y para seguir el ejemplo, un caballo). “Entré como un caballo” suelen decir los estafados, cuando se dan cuenta de la estafa pura.

Pues eso es exactamente lo que me pasó a mí hace cosa de dos años con un mal parido que aprovechándose de una de las cosas más sagradas que yo guardo en mi alma, mi equipo Alianza F.C., me sorprendió en mi buena fe y se metió a la bolsa mil dólares que yo había ganado con el sudor de mi digna y limpia frente.

Lo conocí en la Red, en un Foro que yo había creado para alabanza y gloria del Alianza. En el sitio se presentaba como un médico sin título que se había preparado en La Habana. Tenía la habilidad de expresarse de manera más o menos educada matizando sus posteos con chispazos de ingenio. Se presentó a las reuniones que organicé para celebrar a mi equipo en mis viajes a El Salvador.

De imagen esmirriada, flaco, corto de estatura, cara larga angulosa, modales educados, voz suave y mirada calculadora. En sus relaciones interpersonales no toma a nadie en serio, y ese fue uno de los graves errores que yo cometí: el pensar que a mí sí me tomaría en serio. Quién sabe qué parte de mi cerebro me llevó a concluir que aquel alfeñique me iba a respetar.

Su vida entera es una estafa.

Un curandero que en el pintoresco pueblo de Juayúa, al occidente de El Salvador vive de de lo que le cae en una "clínica" en donde "atiende a pacientes" y goza de una reputación tal que hasta le llaman "doctor" los parroquianos al pasar a su lado, y él con orgullo y ecceso de cinismo, se deja seducir por el distinguido apodo.

Generalmente yo le llamaba por teléfono los fines de semana para hablar de mitópico favorito: el Alianza. Llegó a ganarse el respeto de mi mujer y mi hermano al punto que en mis viajes era de rigor el enviarle una postal al bandido como si se tratara de dos viejos amigos. Pero sus planes eran otros.

En diciembre del dos mi ocho dio el golpe, me envió un mensaje de texto en el que me pedía el favor de que le prestara dos mil dólares "porque su recién fallecido hermano había dejado una casa que su mujer estaba ocupando con un nuevo marido y solo le faltaban dos mil dólares para pagar una hipoteca que tenía". Tocando fibras humanitarias que él sabía que me caracterizaban: la muerte, el amor de un hermano y la emoción de conservar algo suyo de su paso por el mundo.

Yo tengo por norma no prestar dinero a mis amigos porque al hacerlo se pierde el dinero y la amistad, en cuyo caso prefiero perder al amigo y quedarme con mi pisto. Pero en este caso no fue así, ahí estribó mi error, ahí la creencia de que conmigo sí iba a ser serio la aprovechó a las mil maravillas. Y nos estafó a todos porque tanto mi mujer como mi hermano, que en esos días se hallaba de visita en mi casa de Estados Unidos, estuvieron de acuerdo conmigo: "Si podés, prestáselos, no creo que él te vaya a hacer una pandeada."

También tengo por norma no prestar más de lo que puedo perder, al menos un punto a mi favor, y le ofrecí la mitad, que por supuesto era una cantidad decente para que aquel cafre pudiera tener la mejor de las navidades de su vida despilfarrando mil dólares que solo le habían costado un mensaje de texto.

Yo soy abogado, pero no se necesita serlo para saber que nunca se debe prestar dinero sin una documento que pruebe el préstamo y que garantice su recuperación en caso de que el deudor se olvide de la deuda; pero tampoco quise ofender a un "amigo" haciéndole firmar un documento en el que pondría en predicado su honor, puntos a favor del bastardo, y le mandé el dinero sin mayor preocupación sabiendo que en febrero del dos mil nueve me lo pagaría sin demora, ¡Errorazo!

El tiempo pasó, se llegó febrero, nada. Marzo, nada. Un día me mandó un email en el que me decía entre otras cosas, copio y pego:

Acostumbrado a tener fines de semana de 400/600 dólares y éste solo hice $70.
Me quiero comprometer con vos a darte la plata cuando vengás a El Salvador.

Cuidáte hermano, y suerte con la selecta.

En abril fui a El Salvador y fui a su pueblo y me reuní con él (tuvo el cuidado de recibirme en la calle, para mantener al márgen de su familia la discusión de su timo), en la conversación se vio más interesado en saber cuándo me regresaría a Estados Unidos, para ya no sentir la presión de mi presencia, que en pagarme el dinero. Me prometió que el martes a más tardar, nada. Al final me despidió diciendo que me mandaría el dinero por courier. De boca cuando regresé al carro que una amiga de mi hermano me había alquilado, unos ladrones (otros), me habían güeviado el estereo.

Sabiendo que la situación en el país está cabrona le ofrecí la facilidad de que me pagara por partes de trescientos dólares y le condonaría cien, que solo me pagara novecientos, me envió este email, textualmente lo transcribo, copio y pego:

Fijáte bro. que me está resultando difícil reunirte la plata, pero me comprometo a enviarte las
300 bolas antes de que termine mayo, luego en junio otro tanto igual y en julio el resto.
Esa propuesta tuya me resultó gratificante porque así no me endeudo más.
Talvez notaste cuando hablamos que no fuí muy efusivo al aceptar tu propuesta, pero éso se debió a
que yo no estaba solo, y nunca he hecho partícipes a mis parientes de las dificultades por las que atravieso.
Gracias por tu comprensión hermano y te garantizo que ya no fallaré.
Cuidáte mucho y seguí socando por los albos.

Llegó mayo y nada, le llamé por teléfono y ya no lo contestó, entendí el mensaje y ya no le hablé jamás, me dio más verguenza a mí estarle cobrando que a él estar inventando excusas, con una estafa perdí mi dinero.

Al amigo no lo perdí porque ese hijo de la gran puta nunca fue mi amigo. Una vasofia de esa calaña no ve a nadie como amigo.

Gracias a Dios, puedo decir con solvencia y sin lo más mínimo de jactancia que a estas alturas de mi vida, para mí mil dólares no están en el cielo, tenerlos en mi bolsa no me hacen más rico, ni no tenerlos me hacen más pobre.

El haber sido víctima de estafa es ciertamente indignante, especialmente cuando el estafador ha ocupado la amistad como señuelo de su fechoría. Pero lo que verdaderamente lamento es que haya manchado el blanco purpúreo de mi equipo para cometer un acto tan bajo.

Dejé pasar dos años para publicarlo por su beneficio más que por el mío, porque quise darle el chance al estafador de que reivindicara algún guiñapo de dignidad que pudiera haber tenido en su cochina alma, porque tal vez se ponía en contacto para ofrecer una alternativa de pago, pero nada.

Finalmente, lo publico para que otros no se dejen engañar de un flaco esmirriado que aparenta ser educado y se hace llamar doctor, peor si lo ven vestido de blanco.

Yo no no fui la victima que entró como un caballo, tal el caso del estafado tradicional, yo entré como un elefante.

2 comentarios:

Guayo Hernandez dijo...

CON RESPECTO AL PRESTAMITO

Mi querido Licenciado
ha sido usted muy confiado
no le quiero aconsejar
puede mandarme a volar

El que dice que es doctor
le causó a usted dolor
con la historia que inventó
bien suave se lo "bailó"

Ese no llega a doctor
ese es un estafador
de "blanco" va disfrazado
de veras que eso es pecado

De 2000 era el prestamito
pero usted le bajó un tantito
presteme a mi los otros mil
y se los pago "el 31 de abril"

ALFREDO CAMPOS dijo...

cogicJa, ja, ja, ja! Lindos versos jefe. En cuanto a los otros mil, prefiero ver a doña Ana comiendo perejil:)