martes, julio 22, 2008

EL GRAN POSPONEDOR

Ya estoy más cerca de la tumba que de la cuna (si acaso alguien sabe qué es estar cerca de ambas), y sin embargo nunca aprendí ciertas lecciones de la vida. 

En mi diario de un día de junio de 1977 escribí que me haría el propósito de cambiar ese maldito defecto de dejar las cosas importantes para después y realizar lo que vale verga primero. Lo dije con tanta convicción que me cuesta trabajo creer que treinta años más tarde ese defecto está intacto en algún recodo de las neuronas que me quedan.

En dónde radica esa tendencia, esa carencia absoluta de voluntad para ejecutar las prioridades, y su falta de asimilación del hecho de pagar las consecuencias a un precio carísimo por no hacerlo, quizás nunca lo voy a saber. 

El hecho real es que aquí estoy escribiendo este post que a nadie (comenzando por mí), le va a traer absolutamente ningún beneficio; en vez de estar preparando mi próximo viaje a Egipto, que ya está encima; el currículum de mis próximas clases, que ya también están encima, o mandando a El Salvador las escrituras pendientes para que sean inscritas en el Registro de la Propiedad.

Las tres cosas las voy a hacer con éxito, pero al último minuto, después de haber terminado un montón de cosas que si no las hago no van a hacer ninguna diferencia en la vida de nadie, tales como: llevar mi carro al car-wash, ir a una librería a comprar un libro sobre Charles manson, meterme al internet a  averiguar si hay información sobre el Alianza, cambiar el monitor de mi computadora de arriba y pasar el que tiene a la de abajo, y escribir este post. 

Poner la carreta delante de los bueyes es una técnica que he pulido con los años, y no voy a cambiar. Triste pero cierto...snif!

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