hace sentir pasaderos
los días infernales de mi país.
Y es que,
desde la perspectiva de una zarigüeya,
nunca se podrá saber
si El Salvador saldrá primero
o último
entre los marsupiales perversos.
Aunque encontrarlo culpable de todo
no es la mejor solución.
Se sabe de margaritas
que fabricaron la noche
sin que nadie se diera cuenta
y fueron invitadas de honor
en la fiesta del encanto
de ser una prostituta
fiel a su vocación,
o simplemente una infiel proselitista
del partido en el poder,
en un verano con olor a cedros monstuosos.
No obstante,
de una cosa debemos estar seguros:
que no se acaba la noche
sin la oportuna interrupción
de calenturas tristes.
San Francisco, CA, junio 26, 2012
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