"No es tan grande el triunfo de aquel que nunca ha caído, como el de aquel que cayendo ha sabido levantarse"
Dr. Carlos Ferrufino
Posiblemente la frase no era suya, pues suena como muy familiar, sin embargo para mí, que era primera vez que la oía, me sonó de maravillas para el discurso de despedida de la promoción 1970, que me habían asignado dirigir las autoridades del colegio Salvadoreño Alemán en nuestro gran día.
La célebre cita me la sugirió el Dr. Carlos Ferrufino quien, a la época era un amigo incondicional de mi familia y con quien mi hermano Guillermo y yo, habíamos desarrollado un vínculo, más que de amigos, de nuestro hermano mayor.
Yo lo había conocido en la Facultad de Derecho en donde él tenía la función de jefe del Departamento de Derecho Público del cual mi hermana Tita era secretaria y a donde yo llegaba en mi calidad de estudiante pelón (de primer año), generalmente a pedirle pisto prestado para el bus.
El caso es que cuando el Dr. Feurrino estaba en la oficina, él me alivianaba con los baros y poco a poco se fue formando una relación amistosa que pasó de la Facultad de Derecho, a las mesas del extinto Restaurant bar Mar y Tierra, en donde, de las manos de él, mi hermano y yo dimos nuestro primeros pininos en el amplio mundo del dios Baco.
Luego, ya bien encaminados en la carrera de Derecho, el Dr. Ferrufino fue mi profesor de Derecho Laboral.
Departiendo en el restaurante Los cebollines del Boulevard Los Próceres en San Salvador
El Dr. Carlos Ferrufino está dotado de una facilidad de fundar amistades que te hace sentir familiarizado con él luego de las primera impresiones intercambiadas. Y es que tiene una cultura general tan amplia que lo mismo te habla de las teorías más moderans de Derecho Laboral que de la postura pendeja de Kennedy en su fallido intento de invasión a Cuba en el evento de Bahía de Cochinos, o del último libro de García Márquez.
Pocas veces me reí tanto en mi adolescencia y juventud, que cuando me reunía con el Dr. Ferrufino ya fuera en casa, en la Facultad de Derecho o en cualquier bar (nos habíamos hecho el propósito de chupar en los 14 departamentos y yo hice San Salvador, La Paz, San Vicente, Sonsonate y Ahuachapán, me le ahuevé en Gotera en 1974 cuando dejé de chuipar, porque la carrera alcohólica la llevaba más galopante que la carrera de Derecho). El caso es que su ingenio y habilidad de sacar un chiste de las cosas menos sospechadas, lo eleva a la calidad de comediante consumado sin nunca haber tocado las tablas.
Cuando me fui de El Salvador en 1983 me llevé el sentimiento de no haberme despedido del Dr. Ferrufino dada la urgencia con la que abandonaba el país. Desde entonces sólo oía rumores de mi maestro y nunca había tenido éxito en reencontrarme con él, hasta que en mi último viaje, el pasado mes de abril, tuve la inmensa fortuna de localizarlo, gracias al internet pude comunicarme con su hijo Carlos y él estableció el contacto, fortuna que fue compartida con mi hermano (que también se le ahuevó en echarse las birrias), y mi mujer.
Siempre jovial, ingenioso, cálido y divertido, reunirnos a la mesa de un restaurante en San Salvador fue como si continuáramos las francachelas de los 70, solo que esta vez nosotros no tomamos para nada y él solo se tomó un par de cervezas.
Después de la cena nos invitó a su hermosa casa muy cerca de donde estábamos en la colonia La Floresta. Aquí nos regaló un libro a mi hermano y a mí (me regaló las obras completas de Oscar Wilde, pues me conoce tan bien que sabe cómo admiro la obra del malogrado escritor inglés, y a mi hermano le regaló un libro de filosofía, pues sabe que él es un apasionado de esa disciplina). Al despedirnos acordamos que siempre nos reuniríamos cuando yo llegara al país y que él ya no pagaría hotel cuando visitara San Francisco.
Antes nos regalaba cultura y cerveza, hoy nos regaló sólo cultura, ese es mi querido amigo el Dr. Carlos Ferrufino.
La célebre cita me la sugirió el Dr. Carlos Ferrufino quien, a la época era un amigo incondicional de mi familia y con quien mi hermano Guillermo y yo, habíamos desarrollado un vínculo, más que de amigos, de nuestro hermano mayor.
Yo lo había conocido en la Facultad de Derecho en donde él tenía la función de jefe del Departamento de Derecho Público del cual mi hermana Tita era secretaria y a donde yo llegaba en mi calidad de estudiante pelón (de primer año), generalmente a pedirle pisto prestado para el bus.
El caso es que cuando el Dr. Feurrino estaba en la oficina, él me alivianaba con los baros y poco a poco se fue formando una relación amistosa que pasó de la Facultad de Derecho, a las mesas del extinto Restaurant bar Mar y Tierra, en donde, de las manos de él, mi hermano y yo dimos nuestro primeros pininos en el amplio mundo del dios Baco.
Luego, ya bien encaminados en la carrera de Derecho, el Dr. Ferrufino fue mi profesor de Derecho Laboral.
Departiendo en el restaurante Los cebollines del Boulevard Los Próceres en San Salvador
El Dr. Carlos Ferrufino está dotado de una facilidad de fundar amistades que te hace sentir familiarizado con él luego de las primera impresiones intercambiadas. Y es que tiene una cultura general tan amplia que lo mismo te habla de las teorías más moderans de Derecho Laboral que de la postura pendeja de Kennedy en su fallido intento de invasión a Cuba en el evento de Bahía de Cochinos, o del último libro de García Márquez.
Pocas veces me reí tanto en mi adolescencia y juventud, que cuando me reunía con el Dr. Ferrufino ya fuera en casa, en la Facultad de Derecho o en cualquier bar (nos habíamos hecho el propósito de chupar en los 14 departamentos y yo hice San Salvador, La Paz, San Vicente, Sonsonate y Ahuachapán, me le ahuevé en Gotera en 1974 cuando dejé de chuipar, porque la carrera alcohólica la llevaba más galopante que la carrera de Derecho). El caso es que su ingenio y habilidad de sacar un chiste de las cosas menos sospechadas, lo eleva a la calidad de comediante consumado sin nunca haber tocado las tablas.
En su preciosa casa autografiándole el libro a mi hermano, libros que amablemente nos regaló como recuerdo de aquel maravilloso reencuentro.
Cuando me fui de El Salvador en 1983 me llevé el sentimiento de no haberme despedido del Dr. Ferrufino dada la urgencia con la que abandonaba el país. Desde entonces sólo oía rumores de mi maestro y nunca había tenido éxito en reencontrarme con él, hasta que en mi último viaje, el pasado mes de abril, tuve la inmensa fortuna de localizarlo, gracias al internet pude comunicarme con su hijo Carlos y él estableció el contacto, fortuna que fue compartida con mi hermano (que también se le ahuevó en echarse las birrias), y mi mujer.
Siempre jovial, ingenioso, cálido y divertido, reunirnos a la mesa de un restaurante en San Salvador fue como si continuáramos las francachelas de los 70, solo que esta vez nosotros no tomamos para nada y él solo se tomó un par de cervezas.
Después de la cena nos invitó a su hermosa casa muy cerca de donde estábamos en la colonia La Floresta. Aquí nos regaló un libro a mi hermano y a mí (me regaló las obras completas de Oscar Wilde, pues me conoce tan bien que sabe cómo admiro la obra del malogrado escritor inglés, y a mi hermano le regaló un libro de filosofía, pues sabe que él es un apasionado de esa disciplina). Al despedirnos acordamos que siempre nos reuniríamos cuando yo llegara al país y que él ya no pagaría hotel cuando visitara San Francisco.
Antes nos regalaba cultura y cerveza, hoy nos regaló sólo cultura, ese es mi querido amigo el Dr. Carlos Ferrufino.
4 comentarios:
Que excelente Alfredo, tenes un don de conocer personalidades grandes, ojo no he dicho famosas, pero si grandes porque se ve que el Dr. es un hombre muy letrado de pensamiento agudo.
Sin duda para fraseando el dicho de "el dinero llama dinero", yo diría que "personas de grandes bríos llaman personas de grandes bríos"
Saludos mi estimado
Aplica también porque te conozco a vos Wirwin, ya que entrás perfectamente en la categoría de personas grandes, eso tenelo por seguro bro!
Además. también con vos nos vamos a reunir siempre que vaya al país (hoy si ya te jodiste brother, je, je, je!)
AC
Gracias brother vos sabes que para mi es un gran honor poder contar con tu amistad y la de tu hermano.
Yo creo que el que se jodio fuiste vos jajajajjajaja porque a la proxima te toca pagar a vos bro jajajaajaj mira y en Tomy Romas nos vamos a reunir jajajajaja (es broma viejo)
Hoy que me acuerdo antier anunciaron que el Tony Roma lo cierran en junio brother, mala onda...
Pero allá por la Zacamil está la pupusería Finita, no te vas a arrepentir (y hasta a Peter le van a encantar las enchiladas y los plátanos con crema), je, je, je!
AC
Publicar un comentario