viernes, mayo 03, 2013

HOY CUMPLE CIEN AÑOS MI VIEJO



DON FELIX DE JESUS CAMPOS QUINTANILLA. Nacido en Chinameca, San Miguel, República de El Salvador, el 3 de mayo de 1913. A la edad de diecinueve años viajó a San Salvador en busca de la tortilla. Se vino en carreta tirada por bueyes y le tomó tres días llegar a destino. Viajaba descalzo y sin saber la "o" por lo redondo, pero traía en mente la idea de sobrevivir decentemente en un mundo que no le virlumbraba muchas esperanzas. 

Y comenzó su jornada en tierra extraña...

El primer objetivo: aprender a leer y a escribir, y aprendió a leer y a escribir de de forma autodidacta. Lo logró con la belleza que da la conquista de las cosas que se creen imposibles.

El segundo objetivo fue buscar trabajo honrado, y ganar unos centavos para traerse a su familia: mi abuelita Ester, y mis tías, Lupe, Juana y Menche. Mi abuelito Aureliano Campos ya se había ido a reunir con tata Dios. Encontró sus trabajos decentes: se ganó la vida en sus distintas etapas como jardinero, sereno y ordenanza. Hizo sus ahorritos y mandó por su familia.

Su tercer objetivo fue comprar una casita. Con el apoyo de sus hermanas, quienes fueron fieles sirvientías de casa grande (y murieron sin haber aprendido ni la "o" por lo redondo), compraron una casa decente en el barrio Santanita.

Su objetivo final: encontrar amor y tener hijos para quienes él fuera un modelo. Y encontró amores, y tuvo hijos para quienes representó un gran ejemplo de lo mucho que se puede lograr con lo poco que se pueda tener.

De hablar pausado y mirar sereno, tenía la apariencia de un rey moro y la presencia de un santo. Se reía de las cosas simples de la vida, y le encantaba la risa de los niños

Guardaba en un viejo armario dos gruesos libros que nunca quería que yo viera y que a mí me intrigaban. Al fin, cuando cumplí 17 años, sacó los libros de su viejo armario diciéndome: "Los guardé para vos". Y los puso en mis manos: un diccionario de la Lengua Española, y una edición de Don Quijote de la Mancha comentada por Martín de Riquer. Al par me dijo: "siempre que tengás una duda consultá el diccionario, y leé pronto Don Quijote porque quien no leyó este libro a los 17 años, ya no lo leyó nunca." Qué clase de regalo más valioso para un hombre que a sus 19 años no podía leer ni escribir. Me pregunto de dónde habrá venido tanta sabiduría.

Mi viejo ya no está conmigo y el llanto que nubla este momento mis pupilas tiene una mezcla de amargura y dulzura. Tiene la amargura de ya no verlo en este plano terrenal, y la dulzura de haber tenido un padre que me enseñó un camino que, con voluntad también de él heredada, seguí al pie de la letra...

¡Señor, cómo extraño a mi papá....! ¡Cómo extraño decir la palabra papá...!

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