lunes, octubre 01, 2012

LITERATURA Y GUERRA EN EL SALVADOR

Una entrevista para mi amigo Felipe García
De la literatura nacional, el conflicto armado y otras yerbas dignas de ser contadas...!


La Generación Comprometida
Hola Felipe! 


Gracias por considerarme a mí para tu proyecto. Antes de ir al grano con las preguntas te aclaro que voy a responderlas viendo los toros detrás de las bardas, pues, aunque soy amante de las letras, escribir no es ni mi fuerte, ni mi fuente de ingresos, por lo que te voy a dar una perspectiva muy subjetiva, más bien emocional, comparada con la que daría un escritor profesional. Con esta aclaración, al ruedo! 


 ANTES DEL CONFLICTO: 

En su blog: El gran navegante, en más de alguna ocasión ha hecho referencia de Salarrué, Roque Dalton, Claudia Lars, etc. Desde su punto de vista como lector salvadoreño ¿Se podía vivir de la escritura en El Salvador antes del conflicto armado? 

Yo creo que en El Salvador y el resto de América Latina, ni antes ni después de los conflictos armados se ha podido vivir del oficio de escritor. Salvo los casos de los ya consagrados que no sólo han vivido de escribir, sino han hecho millones como resultado de su talento llevado al papel. Pero esos se cuentan con los dedos de la mano y todavía sobran dedos. 

El problema es que en El Salvador muy poca gente lee como principio individual, lo cual hace difícil para el escritor vender su producto pues es una ley económica fundamental que si no hay demanda, la oferta tiende a debilitarse; de manera que los pobres escritores tienen que ingeniárselas para sobrevivir haciendo otra cosa para pagar las facturas, y al lado desarrollando su pasión de iluminar mentes a través de su pluma. 

¿Leían literatura nacional los jóvenes?

Sí leíamos literatura nacional, más que todo la exigida en los programas de estudio de la escuela secundaria. Pero también un alto porcentaje de la juventud se olvidaba de las bellas letras y prefería dedicarse a la sub literatura u obras que no tuviesen necesidad de mucha inversión de energía mental, y menos, inversión monetaria. Porque hay que aclarar también que la realidad económica es un elemento crucial. En la sociedad casi de castas de El Salvador, los pobres, que son la mayoría, prefieren comprar comida a comprar libros. 

¿Cada cuánto (aproximadamente) se enteraban de algún nuevo título publicado (literatura salvadoreña)?

No te podría decir con exactitud cronométrica cada cuánto tiempo nos enterábamos de la publicación de los libros, pero hay que decir en honor a la justicia, que los diarios de mayor circulación en el país (y aún los de menor circulación), siempre fueron eficientes en la divulgación de la obra literaria nacional y extranjera. 

Particularmente las ediciones dominicales de LPG y EDH dedicaban suplementos meticulosamente elaborados en los que te enterabas de lo último que estaba pasando en la literatura, el arte y la ciencia. La Dirección General de Publicaciones del Ministerio de Educación también fue muy eficiente en la divulgación periódica y el apoyo a los escritores nacionales. Lo mismo que las Editoriales de la Universidad Nacional y la UCA, siempre mantuvieron altos estándares informativos científicos, filosóficos y literarios. Todo sin negar el aporte de otras editoriales salvadoreñas y extranjeras con distribuidoras en El Salvador. 

¿Cómo se enteraban de ese título? ¿Recuerda si eran publicaciones hechas en El Salvador o en el extranjero?

La anterior respuesta aplica a esta pregunta, con la aclaración de que te enterabas de los nuevos títulos también por medio de la radio y la televisión, que por ser medios más caros, eran menos utilizados por los autores, pero siempre había apoyo de su parte. 

 DURANTE EL CONFLICTO 

¿Cómo cambió el conflicto armado la literatura nacional?

La verdad el conflicto no hizo variar lo tradicional, lo que te refiero en la respuesta 3 siguió vigente en este período de la historia nacional. Sin embargo hay que aclarar que los temas específicos de la guerra y los escritores comprometidos políticamente, de izquierda o de derecha, sufrieron consecuencias nefastas, siendo el caso más relevante el asesinato insólito e inexplicable de Roque. 

Entonces las editoriales tradicionales no te iban a publicar un libro del tema de la guerra, los periódicos de mayor circulación en el país se polarizaron: LPG y EDH con su apoyo incondicional a la derecha recalcitrante, sobre todo el segundo, el Mundo con su posición semi moderada y el Latino que fue siempre fiel a la causa de la izquierda. 

En conclusión, el conflicto armado tuvo que cambiar los temas de la literatura nacional, pero siempre se hablaba de ellos aunque desde perspectivas diferentes, porque ese ha sido el rol de la literatura desde sus albores, estar condicionada a lo “trendy” a lo que está pasando en la sociedad. 

¿Qué significaba leer en esos tiempos?

Leer significaba lo mismo que significó siempre, pero dependiendo del tema que leías, te podía significar una carceleada, el exilio o la muerte. 

¿Se publicaban libros durante en conflicto?

Claro que siguieron creando los escritores y se publicaron libros durante el conflicto, muchas veces a costa del máximo sacrificio, como fueron los casos de Jaime Suárez Quemain y Alfonso Hernández. 

Otros fueron valientes al punto del riesgo y se quedaron en el país tal el caso de José Roberto Cea, quien con los escuadrones de la muerte pisándole los talones, escribió con gallardía su novela En este Paisito nos Tocó y no me Corro incluso premiada en Guatemala en 1989; antes de eso Rafael Antonio Mendoza Mayora había escrito el poemarioHomenaje Nacional, que Manlio Argueta me enviara en 1988 a mi casa en Estados Unidos con una nota que decía: Mirá a este baboso no le da miedo de que lo maten. En el fragor de las balas la vida en las ciudades siguió sus rutinas, era en el monte en donde cualitativamente la vida cambió. 

¿Cómo se enteraban de ellos? ¿Había una forma de conseguirlos?

Se publicaban exactamente de la misma manera que se publican ahora, se conseguían en librerías como ahora, solo que los temas del conflicto propiamente tal y la obra de los escritores de izquierda, no las obtenías en cualquier parte. Las conseguías en las editoriales de la Universidad Nacional o en la de la UCA, o en panfletos y revistas clandestinas que eventualmente caían en tus manos, o consiguiendo un periódico o revista del exterior. 

¿Había interés por ellos ─ aunque sea de manera ilegal o era demasiado el miedo de que lo encontraran a uno leyendo?

Siempre hubo interés en leer de todo lo que se relacionara con la guerra. Los frentes guerrilleros publicaban revistas, semanarios, periódicos y documentales para cine y televisión sobre el conflicto, que circulaban por todo el mundo. Fueron muy famosos los semanarios “Guazapa” y los panfletos mensuales “Por la Causa Proletaria”, que se escribían y publicaban clandestinamente en El Salvador, o abiertamente en Nicaragua y México, y se distribuían alrededor del mundo por medio de las representaciones de la guerrilla en el exterior, en los frentes de guerra y en los campus universitarios. 

Yo creo que todavía conservo algunos documentos de la época por ahí. Y sí había miedo en El Salvador de que te los fueran a encontrar las fuerzas represivas de entonces, si hallaban esta literatura en tus manos. 

¿Sabían de la llamada Generación comprometida? Si la respuesta es sí, ¿cómo se enteraron de ella?  

De la Generación Comprometida siempre se supo. La verdad este era un grupo literario propiamente tal, nunca nació como frente clandestino ni nada por el estilo. 

De su existencia se enteró todo el mundo en El Salvador y en toda América Latina desde mediados de los cincuenta a través de los medios tradicionales. El nombre le fue dado por uno de sus fundadores, Italo López Vallecillos, y lo de comprometida nunca tuvo que ver en con problemas sociales, sino el compromiso era con las corriente literarias modernas que estaban en boga en la Europa de los años cincuenta, ya que varios de sus miembros, entre ellos el mismo López Vallecillos, e Irma Lanzas, entre otros, habían visitado el Viejo Continente, (Lanzas incluso tenía un doctorado en Letras de la Universidad de Bolonia, Italia), y sintieron la necesidad de hacer evolucionar las letras en El salvador, dándoles una nueva orientación, de nuevo, literaria. 

Ahora, que la mayoría de sus miembros hayan decidido individualmente apoyar abiertamente un cambio en El Salvador, volcándose hacia un compromiso social (Dalton, Manlio, Uriel Valencia, Cea, Tirso Canales, izquierda. Waldo Chávez, Irma Lanzas, derecha), eso ya es otro mambo. 

 DESPUES DEL CONFLICTO 

¿Cómo fue la demanda de libros post-guerra (memorias, testimonios, novelas biográficas, crónicas) cuando se dejaron de atacar a los intelectuales?   

Con la firma de los acuerdos de Paz en febrero de 1992, y el advenimiento de una incipiente democracia en El Salvador, vino la necesidad de documentar la historia por parte de los intelectuales, y muchas veces de los no tan intelectuales, pero con autoridad moral para la tarea por haber sido protagonistas del conflicto, específicamente por parte de la izquierda revolucionaria. 

Al mismo tiempo se desborda la avidez del pueblo por saber qué era lo que pasaba tanto organizativa como domésticamente al interior de los frentes de guerra. De allí que surge el boom literario testimonial. Todos queríamos saber, por ejemplo cómo infiltraron el aparentemente inexpugnable cuartel de Santa Ana en la Ofensiva de enero de 1981, o cómo destruyeron el helicóptero en el que acabaron con el coronel Domingo Monterrosa en 1984, principal carta de presentación del ejército nacional para enfrentar a la guerrilla, una ejecución lamentada hasta en el Pentágono (aunque aquí hubo complicidad de militares de alto rango, según me contó hoy en julio un coronel del ejército de cuyo nombre no quiero acordarme). Por ello la demanda de esta literatura testimonial. 

De paso te aclaro que en su casi totalidad esta literatura es presentada al público por autores de izquierda o sus simpatizantes. La derecha ha mantenido un asqueroso silencio. Se ha guardado para sí su lado dela historia, lo cual se comprende pues los bandidos que cometieron actos de lesa humanidad prefieren callar. ¿Quién en su sano juicio se atrevería a escribir con orgullo sobre su participación en el asesinato de Monseñor Romero, la masacre de El Mozote o la grosera ejecución de padres Jesuitas y sus asistentes? 

Hasta la fecha, se siguen publicado de vez en cuando un título post-guerra ¿Cree que tiene la misma demanda que al principio?

Depende. Yo creo que si quien publica es alguien de respeto y va a aportar algo nuevo sobre los acontecimientos, sí va a tener demanda. Para el caso, hace relativamente poco tiempo se publicó el libro Retazos de mi Vida de la autoría de Lorena Peña. Pienso yo que ese libro ha tenido demanda en El Salvador y otros países de América Latina, (yo mismo lo compré hace un par de años y me lo devoré en el vuelo entre El Salvador y San Francisco con escala en Miami.) Pero la autora es miembro de una familia de probada militancia revolucionaria, fue comandante del FMLN, y en la actualidad se desempeña como diputada por el Departamento de San Salvador. 

Pero si el libro es de un desconocido que va a contar lo que le contaron, yo creo ese que no la va a hacer. 

La memoria es un buen instrumento para reconstruir la historia. Por eso es importante seguir hablando de la guerra, pero ¿Por qué seguirle hablando de la guerra a un joven salvadoreño que no la vivió?

En tu pregunta está la respuesta: a este joven hay que hablarle de la guerra porqueno la vivió. Hay un trillado aforismo que se le atribuye a George de Santayana, que expresa que aquel que olvida el pasado está condenado a repetirlo. 

Un evento de tanta trascendencia como la guerra civil de un país es algo que no hay que olvidar jamás, y es la literatura la responsable de tan magna tarea. Desde La Ilíada que te perpetúa la guerra de Troya, pasando por Los Miserables que te escudriña la Batalla de Waterloo, pasando por la infinita cantidad de libros que testimonian el Holocausto, han sido hombres y mujeres de letras los que han contribuido a tener fresca en la memoria colectiva sus horrores para que sea la humanidad misma la que decida si fueron justas o no las causas que las motivaron y si valió la pena el sacrificio. 

¿No cree que por recordar la guerra se nos ha olvidado seguir escribiendo la historia nacional?

Lo que pasa es que una cosa va íntimamente ligada a la otra, la guerra es parte importantísima de la historia nacional.  En unos cien años ya se va a poder distinguir cuál fue la parte de la historia nacional que no se estuvo atendiendo en 2012, por seguir recordando la guerra. Por de pronto entre más testimonios dejemos los que la vivimos, mejor será el bagaje de recursos que les legaremos a las generaciones futuras. 

Como lector salvadoreño, en su blog, observo que siempre está al tanto de las noticias del país. ¿Qué diferencia hay en las noticias culturales del país ─ relacionadas con la literatura nacional, como el surgimiento de un nuevo autor o la publicación de un nuevo libro─ de estos tiempos a las noticias de la época antes del conflicto? ¿Está igual, mejor o peor?

En la actualidad la diseminación de la literatura y la cultura en general en El salvador y el mundo está muchísimo mejor que todos los tiempos anteriores, todo por culpa de la tecnología. Esta le ha restado poder a los medios monopolizadores de la información del pasado. Hoy día podés saber de lo que está escribiendo Mauricio Vallejo Márquez, del último libro de Vargas Llosa, del lanzamiento de cohetes espaciales, de la caída de un gobierno, de o la captura de un líder político en el lugar más remoto del mundo, en fracciones de segundos. 

Ya la difusión de las letras no es patrimonio de los dueños de los medios de comunicación que en el pasado te publicaban o no si ellos querían, dependiendo de si tu forma de escribir iba acorde con su línea de pensamiento. Hoy solo abrís tu página, o sacás tu Blog en el internet y nadie quien te pare. Especialmente si a lo que publicás le das credibilidad vas a encontrar lectores que respeten tus puntos de vista y te van a leer, que es al fin y al cabo lo que se busca. 

Aunque, como te decía al principio, si de escribir se vive, ni tu página ni tu blog te van a quitar el hambre.



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