domingo, diciembre 06, 2009

EL DESTINO DE UN TROGLODITA

Acababa de salir de mi propia sombra cuando de repente me cayó un sueño de padre y señor mío. Era una sensación con la que ya estaba familiarizado porque el año pasado más o menos por esta misma época lo había sentido por primera vez, solo que con menos intensidad.

No me di tiempo de nada, tomé mi celular y traté de marcar el 911, pero para mi sorpresa me detuve unos segundos a cabilar por qué había abierto el maldito aparato. Automáticamente marqué el número de la amante que tuve años atrás y quién sabe por qué razones no se pierde en el pajar de mierdas que tengo en mi distorcionada mente.

Acabé sentado en la silla del corredor pensando y repensando por qué putas había abierto el maldito teléfono si no era para hablarle aaquella mujer cuyo número sin tregua acudía a mi mente con la contundencia de mil almadanazos por segundos.


No me quedó más remedio que tirar lejos con todas mis fuerzas aquel artefacto que barrenaba mis sentidos y penetraba en el alma como aguijón. No cayó tan lejos como para no escuchar la grabación automática que repetía no sé qué fórmula plantada allí por el productor del teléfono y entonces sí decidí patearlo, caer sobre él con el peso de mis doscientas seis libras para que ni se le volviera a ocurrir motivar aquel número que nos dio tanto qué hacer años atrás.

Pero cuando me aproximaba al diminuto comunicador algo me dijo "no lo hagás, no lo hagás, te podés arrepentir hasta en la hora en que naciste de no hacerle caso a tu instinto, tomalo, marcalo y te darás cuenta de que ciertas cosas no pasan porque sí.

Con una leve risa en mis tostados labios recogí con cierto temblor en mi mano derecha aquel aparatito que me enfrentaría con mi pasado escabroso, con mi pasado a todas luces escondido para no remover emociones que mataron varias vidas, aquel pasado que nos hizo construir nuestro propio cementerio privado, aquel pasado que nos diera golpes y nos dejara ojos morados en el alma, aquel pasado que creía enterrado para siempre pero que ahora retornaba con la furia de un tsunami.

Recoger el aparato telefónico y marcar el número fueron la misma cosa, mas todo cambió cuando en el otro extremo una voz femenina respondió: "911, could you tell me your name please...?

No hay comentarios.: