Cuando arribé a la estación del populoso sector Shibuya del Metro de Tokyo acompañado de mi mujer y mi hijo, entre centros comerciales, algarabía, luces de neón, y frente a imágenes de televisión que cubren casi la mitad de los rescacielos aledaños; me llamó la atención que mucha gente se fotografiaba con una estatua erigida a un perro. Haciendo alarde de la más profunda filosofía Kantiana, yo exclamé: "Ve, hasta a los chuchos les hacen monumentos estos japoneses...!"
Como "adonde fueres haz lo que vieres", nosotros también hicimos cola para posar con la famosa estatua. A mí me dejó con curiosidad el por qué tanta deferencia por un cuadrúpedo. Investigué más tarde y he aquí la historia:
La lealtad y el amor incondicional para su amo son cualidades de los perros que los convierte en todo el mundo en "el mejor amigo del hombre". Un particular perro de Akita, llevó esas cualidades a extremos tales que le ganaron un lugar en el corazon del pueblo japonés y lo ha mantenido en ese lugar por más de setenta años.
Chu ken Hachi-ko (literalmente, el perro fiel), había nacido en Akita en 1923. Al año siguiente lo llevaron a Tokio. El y su amo, el Dr. Eysaburo Uyeno, catedrático de la Imperial Universidad de Tokyo, se convirtieron en amigos inseparables. Todos los días "Hachi" acompañaba a Eisaburo a esta estación del tren cuando se iba a trabajar. Al regresar por la tarde el Dr. Uyeno, encontraba en el mismo lugar a su perrito, que lo saludaba con gemidos y agitaciones de cola. Esta feliz rutina se dio hasta que un día fatal el Dr. Uyeno se sintió mal en su trabajo y murió de un ataque al corazón.
A pesar de que Hachiko tenía menos de dos años de edad, siguió esperando todos los días en la estación Shibuya a su amo que nunca jamás iba a regresar. Tarde en la noche, regresaba con gemiditos a su casa y hubo veces que pasó días contínuos sin moverse del lugar, sin comer y apenas durmiendo.
Tanto familiares del Dr. Uyeno como veterinarios hicieron todos los trucos posibles para convencer al perrito que ya no regresara.
Como "adonde fueres haz lo que vieres", nosotros también hicimos cola para posar con la famosa estatua. A mí me dejó con curiosidad el por qué tanta deferencia por un cuadrúpedo. Investigué más tarde y he aquí la historia:
La lealtad y el amor incondicional para su amo son cualidades de los perros que los convierte en todo el mundo en "el mejor amigo del hombre". Un particular perro de Akita, llevó esas cualidades a extremos tales que le ganaron un lugar en el corazon del pueblo japonés y lo ha mantenido en ese lugar por más de setenta años.
Chu ken Hachi-ko (literalmente, el perro fiel), había nacido en Akita en 1923. Al año siguiente lo llevaron a Tokio. El y su amo, el Dr. Eysaburo Uyeno, catedrático de la Imperial Universidad de Tokyo, se convirtieron en amigos inseparables. Todos los días "Hachi" acompañaba a Eisaburo a esta estación del tren cuando se iba a trabajar. Al regresar por la tarde el Dr. Uyeno, encontraba en el mismo lugar a su perrito, que lo saludaba con gemidos y agitaciones de cola. Esta feliz rutina se dio hasta que un día fatal el Dr. Uyeno se sintió mal en su trabajo y murió de un ataque al corazón.
A pesar de que Hachiko tenía menos de dos años de edad, siguió esperando todos los días en la estación Shibuya a su amo que nunca jamás iba a regresar. Tarde en la noche, regresaba con gemiditos a su casa y hubo veces que pasó días contínuos sin moverse del lugar, sin comer y apenas durmiendo.
Tanto familiares del Dr. Uyeno como veterinarios hicieron todos los trucos posibles para convencer al perrito que ya no regresara.
El Akita se volvió una vista familiarizada para los viajeros que de cuando en cuando le agitaban la cabeza en señal de saludo. El animalito guardó su vigilia por más de diez años.
El 8 de marzo de 1935, finalmente fue donde su amo: murió exactamente en el mismo lugar donde lo había visto vivo por última vez...
La Prefectura de Tokyo, atendiendo peticiones de miles de ciudadanos, decidió erigir una estatua en honor a Hachiko
En 1983, estudiantes de la Imperial Universidad decidieron erigir una estatua del Dr. Uyeno, y le agregaron esta frase al podio de la del perrito: "Ahora Hachiko ya es feliz".
El Monumento es al amor y la lealtad.
4 comentarios:
"Haciendo alarde de la más profunda filosofía Kantiana..."
Jjajajajajajaj Sós lo máximo.
No me gustaban los perritos, pero he aprendido a apreciarlos hasta la "puta madre". Son maravillosos: fieles, cariñosos, lo aman a uno a pesar de que uno puede ser una mierda... Lo quieren a uno a pesar de nuestros defectos...
Bien por los chinitos esos (japoneses) que les pusieron un monumento.
Como la tradición milenaria occidental del perrito Argos, mejor él reconoció a Ulises y no su mujer!!!
Amo a mi perrito Oso. (No se enoja cuando invito a mis cheros a platicar a la casa)
Saludos, hermano.
PD: Sigues con esa costubre de inyectarnos de envidia ¡Bien por ti!
A ver cuándo me ponés a mí en la lista de los cheros que invitás a tu casa JC.
Ahora el envidioso soy yo...
Gracias por pasar bro!
Mi casa (y con esto quiero decir mi esposa y mi hijo) se mueren por conocerte.
(y a tu chucho también)
Pero debe ser una one-to-one meeting.
Cuando tú ordenes...
PD: Tienes mi correo... Saludos
Con que lo hayas escrito me has hecho sentir privilegiado JC, la próxima vez en ES aprovecho la ocasión para saludarles (si estás en el país).
FC
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