UN PARAISO TERRENAL PARA EXTRANJEROS, EN EL SALVADOR
Empleada: Un señor de Guatemala me dijo que ya se iba, pero que estaba interasado en la charla y que si no había un sitio en el internet para hacerse socio.
Supervisor: No. Aquí todo es personalizado.
Escuchado en uno de los senderos.
Está localizado en Sonsonate, en el sur-occidente del país, en la costa Pacífica, que es la única que lo bordea, El Salvador es el único país centroamericano que no tiene costa Atlántica.
Muchos me lo habían afamado describiendo un lujo inusual para los estándares slvadoreños, por lo que desde hacía meses tenía la inquietud de conocer el lugar que funciona desde hace unos dos años. En mi más reciente viaje al país aproveché para salir de dudas sobre el afamado paraíso.
RESTRICCION TRAS RESTRICCION
El primer contacto lo tuve por teléfono, yo quería saber si podía disfrutar de las amenidades del "resort" como un simple visitante casual, pero nones, hay que quedarse por lo menos una noche, o pagar su importe, si se quiere tener acceso al lugar.
El precio por pareja por una noche: $158.00 (El salario mínimo en El Salvador es aproximadamente $190.00).
Luego de la correspondiente negociación y habiendo de por medio el aseguramiento de la plata a través de entregar el número de una tarjeta de crédito, te dicen que el chequeo de entrada es a las 3:00 p.m. Nunca había tenido un chequeo tan tardío, normalmente en los hoteles del mundo el chequeo lo hacen a las once de la mañana.
Después de aproximadamente una hora de manejo desde San Salvador en una carretera más o menos mantenida, pasamos la ciudad de Sonsonate y doblamos a la izquierda en el también famoso Club Salinitas, que tiene una relación legal con el "resort". Quizás a 5 ó 7 minutos de manejo se halla el tremendo cartel señalando que has casi llegado a tu destino, doblas a la derecha y sobre una calle vecinal adoquinada vas a divisar un enorme portón de control con motivos precolombinos que van a abundar después hasta el vómito en el lugar.
Aquí pasás el primero de tres filtros para finalmente accesar al sitio, te esperan un número de agentes de seguridad que te saludan más o menos amablemente, te identificás y te piden un número de reservación, luego te hacen pasar al siguiente filtro en la entrada principal del edificio convenientemente construído para que tengás a la vista un paisaje paradisíaco amplio y se te despierta el gusano de irlo a disfrutar lo más pronto posible. El tercer filtro lo hacen ya cerca del estacionamiento en donde te revisan discretamente el vehículo.
LO BUENO
a. Hay que reconocer que el lujo es tremendo: cinco restaurantes con diferentes selecciones de comidas, dos de ellos "a la carta", tres, buffets; dos enormes piscinas de agua dulce y una precondicionada para que por la tarde, en marea alta, se convierta en piscina de agua salada; un gimnasio relativamente bien montado, jacuzzi, champas decentemente ornamentadas utilizadas como salas de masaje, larguísimos senderos pavimentados para caminata; lagos, quizás artificiales que decoran el lado de atrás de los edificios principales. Cuido meticuloso de la grama y otras decoraciones naturales.
b. Los cuartos del hotel tienen un estandard moderado. Yo he visto en otras partes del mundo hoteles tres estrellas con mucho mejor servicio que éste. Eso sí, lo elemental lo tienen bien puesto: Una cama doble, baños decentemente mantenidos, etc. Los pabellones están condicionados de manera que todos los cuartos tengan vista al mar, que es, a mi juicio, una gran idea.
c. Hace percibir divisas al país ya que abundan turistas de varios países, sobre todo de Guatemala, Honduras, México, Canadá y, curiosamente, de República Checa. Más curioso aún: hay pocos gringos y menos salvadoreños.
d. El show al fin del día. Un elenco de bailarines profesionales que por alguna razón se presentan como colombianos, pero que hablan español con fuerte acento caribeño o, de barato, panameño, te hacen pasar un buen rato en un espectáculo interactivo en el que alternan con el público de manera genial. A mí me llamaron a hacer el ridículo bailando salsa en el escenario y el objetivo lo lograron: hice un ridículo de categoría A.
e. Sobre todo: seguridad. Quizás este es el único lugar del país en donde se experimenta una sensación de seguridad jurídica dados los grados de delincuencia alarmantes que se sufre por estos días.
LO MALO
Para el precio que se paga existe una sarta de irregularidades que te dejan con un sabor de boca semi amargo, aquí algunas de ellas:
a. Empleados mal entrenados para atender un lugar del nivel que le quieren dar a éste. Unas empleadas en la recepción que nunca tienen contacto visual con el huésped, ni menos una sonrisa, te mandan a una discotheque a que te registrés.
Parece que han contratado para tener contacto con el público a lugareños sin la más remota idea de lo que es tratar con turistas, y ni mencionemos la etiqueta más elemental de la hostelería.
b. Desorganización, especialmente en lo que respecta al chequeo de entrada y de salida. Te tienen como que sos pelota de ping pong del mostrador a la discotheque y viceversa para entrar o para salir.
c. Siempre con los empleados: se andan gritando entre sí y chismeando sobre sus cosas personales en voz alta.
d. La piscina de agua salada que está en el centro del resort está toda llena de lama en el piso y por lo tanto está tan lisa, que si no sujetás bien de un maneral metálico quen tiene en el centro, chichemente te rompés la crisma y con tanto te vas a quedar.
e. La comida. Yo recuerdo haber comido, literalmente, mil veces mejor en los puestos del mercurio Central que en los restaurantes de lujo del Decámeron.
LO FEO
Te quieren hacer caer en una argucia invitándote, casi forzándote, a que vayás a oír una conferencia para que te hagás socio del resort. Empleados que pululan por el inmueble de preferencia por la mañana, prácticamente te asaltan y te piden que vayas a escuchar la conferencia en la que vas a oír sólo linduras acerca de las ventajas de hacerte socio.
Te ofrecen, entre otras cosas, descontarte un porcentaje del pago la próxima vez que vengás con solo aceptar ir a oír la charla sin compromiso. Eso sí, solo les vas a enseñar "El logo de tu tarjeta de crédito" para estadísticas.
Si aceptaste ir ya te llevó putas, te van a dar un paseo virtual por los resorts del mundo en donde "vas a tener acceso de choto si te haces socio", después de atontarte con sonido y visualizaciones, te van a casi obligar a que firmés un contrato y si firmaste, por que dejen de joder o porque de veras te gustó la idea, resignate a tres cosas: a que nunca vas a visistar los lugares del mundo que te han enseñado y si lo hacés, te van a cobrar como a cualquier otro turista; a que te pongan mil restricciones la próxima vez que vayás al Decameron del que te crees el flamante socio; a que si no pagás no traten legalmente el caso como un simple incumplimiento y estás fuera, si no que estás lidiando con una deuda común y corriente por el que podés ser sujeto de un juicio ejecutivo y te van a embargar hasta lo que no tenés.
Si te armás de estoicismo y no te ganan la voluntad y no firmás, contá con que ya te amargaste el resto de tu estadía en el lujoso resort. Los mismos empleados se van a portar con vos más pesados que la máquina 501, la que corrió por Sonora, por eso los garroteros el que no suspira, llora♫
Esto último es preferible a un embargo dejame decirte.
Por mi parte, sabiendo lo que me esperaba, le respondí a la bicha que se me acercó con su propuesta: "No mi'ja, yo solo vuastar cuatro horas más aquí y las quiero disfrutar afuera, muchas gracias".
Como dato curiosos llama la atención el cambio fonético de la palabra DECAMERON, esta la conozco como palabra aguda, "Decamerón", desde que tengo uso de razón, cuando me enseñaron en la escuela primaria la obra de Giovanni Bocaccio. Por alguna razón, la convierten en palabra esdrújula poniendo tónica la antepenúltima sílaba, y le llaman "Decámeron". Hay cada caso.
Ni loco que regreso a este remedo de "todo incluído"☼.