viernes, noviembre 02, 2007

EL TRIUNFO SE LLAMA ALFONSO

Parece que fue ayer cuando andaba con sus pantalones cortos y rodillas polvosas, tirándoles piedras a los tenguereches con una cachanflaca, en los bordos frente a su casa en Las Colinas.

O cuando pasaban frente a su casa las muchachas con sus canastos en la cabeza vendiendo frutas y verduras alrededor de las once de la mañana y él, con su pose de machito de doce años, les decía suavemente: "Amor, le ofrezco cama, comida y pieza!" o "Cuando esté conmigo nada de andar con ese canastito, va a andar con uno más grande, para manetener a este papucho", las bichas solo le pelaban los ojos como pensando "'Tá loco este mono pasmado...!"


Departiendo en la zona común de su rancho en San Blas, Foncho, de camisa celeste, su esposa Rosita a su deracha, sus hijos, Andrea y Felipe, mi hermano Guillermo, su novia Maribel y la hijita de ésta, Pamela, Amalia de espaldas.

Hoy día ni los bordos de Las Colinas, ni las cachanflacas, ni las vendedoras existen para Fonchín. Convertido en todo un señor muy serio, jefe de una familia muy bonita y feliz formada por su bella esposa Rosita y sus hijos Felipe y Andrea.

A mí me cabe el honor de haber presentado a Foncho con Rosita en 1976, en una increíble situación que parece una historia sacada de un libro de García Márquez.

Esta familia es el mejor poema que yo he creado.


Frente a su rancho en San Blas, La Libertad, Foncho posa orgulloso de su rancho y yo orgulloso de ser su amigo desde hace 37 años.

Con mi hermano Guillermo, de nuevo frente a su rancho en San Blas.

Foncho nació programado para el éxito y no se cansa de contar que éste no ha llegado fácil, el sacrificio de tiempo de calidad con su familia, el arduo trabajo y el apoyo de una esposa que vale lo que pesa en oro los tienen disfrutando de una vida plena y feliz.

Fonchín es el hermano mayor de Huguito, mi hermanito de Australia.


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