Después de superar una serie de inconveniencias que tuvieron que ver con el clima lluvioso de San Francisco, el tráfico pesado, mi falta de familiaridad con el area del Sur de la Bahía, y, principalmente, mi característica manía de perderme cuando de llegar a un lugar por primera vez, se trata, al fin nos encontramos con el respetado periodista Manuel Cañadas, dos horas más tarde de lo acordado. Pero después de esperar veintiocho años, qué importan dos horas más.
Yo soy un asíduo del profesor Cañadas desde 1986 cuando leí una crónica de su autoría acerca del equipo por el que respiro el Alianza F.C. cuando quedó campeón por tercera vez en su historia. Desde entonces he leído cuanta crónica, biografía, ensayo o historia por él escrita ha caído en mis manos.
Encima, en sus años de destacado futbolista profesional, había defendido los colores del Alianza, y lo hizo en una época en la que se jugaba por un salario, pero especialmente por amor a los colores del equipo. Los dos, el profesor Cañadas y yo, estuvimos en el Flor Blanca aquella noche de principios de 1975 en la que en un histórico partido, mi equipo se salvaba de bajar de categoría ganándole al Sonsonate, y Raúl "Araña" Magaña, jugaba su último partido bajo los postes del Alianza. Los dos estubimos allí, él en la cancha y yo en los graderíos populares, ambos defendiendo una causa común desde distintas trincheras: el Alianza F.C.
El profesor Cañadas es de verdad un conversador impresionante, tan entretenedor en su elocuencia verbal como en su prosa. Con la misma seguridad habla de la vida pública de un futbolista, como de un intrincado tema de sicología. Hablamos de todo, desde amigos que tenemos en común, pasando por anécdotas en la cancha, historias de futbolistas de antaño y hogaño, experiencias personales, familiares, profesionales, triviales, hasta llegar a planes de reunión para el futuro.
Mi mujer me dio la mejor descripción del maestro Cañadas cuando, luego de despedirnos en Daly City, regresábamos a nuestra casa de San Rafael, y me dijo con voz suave: "Despide buena educación hasta por los poros"
Aquí una secuencia fotográfica de nuestro encuentro en un restaurante de deliciosa comida chima de Daly City:
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