Una de las cosas que marcaron mi carácter a través de mi existencia, fue que cuando tomé decisiones cruciales, de esas que hicieron cambiar el rumbo de mi vida para bien, lo hice con determinación y mantuve mis decisiones hasta las últimas consecuencias. Eso pasó con el guaro y el tabaco, para solo mencionar los peores hábitos que traerían un fin prematuro a mi vida de haberlos continuado practicando.
Luego del susto de principio de año, que por otra parte no fue nada amenazador, decidí hacer algunos reajustes en mis costumbres alimenticias y físicas: ya no me tomo una Coca Cola diaria, la he limitado a una por semana, he disminuido en un cincuenta por ciento el consumo de carne roja, eliminados por completo los camarones, me tomo dos tazas de te de Ginseng diarias, y no ha pasado día sin hacer por lo menos media hora de jercicios.
Los cambios no han sido tan dramáticos, no estoy sometido a dietas pues no estoy interesado en hacerme figurita, me interesa mi salud, y en ese sentido estoy experimentando un éxito sin precedentes. Soy otro literalmente, física, mental, emocional y espiritualmente.
Por todo ello, vivo agradecido con Dios que me ha dado la fuerza para llevar a la práctica mis decisiones.
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