martes, junio 07, 2011

YO SI ME DOY EL LUJO DE ODIAR

Cuando oí sus pasos resonar entre los ecos del recinto, nada importó que hubiera estado conversando con una de las personas más altamente educadas del claustro, y educada en música para más joder. Simultáneamente cayó como rayo en mi cerebro el recuerdo de esta mañana cuando al manejar al trabajo pensé abruptamente en ella. Mencioné su nombre para mi sino y dije : "Odio a esa vieja con toda mi alma...! En realidad no es tan vieja, es solo unos meses mayor que yo, que no estoy tan viejo comparado con otros que tienen más años (je, je, je, je, últimamente estoy desvariando más de la cuenta), bueno, pero el caso es que escuché sus pisadas y una alarma roja se extendió por todo mi cuerpo. Como estaba atento a lo que decía mi amiga pretendí que no habían captado mi atención aquellos pasos huecos, sosos, terroríficos cuyo sonido inundaba aquellos pasillos limpios. Un sudor delator pobló en forma der gotas gruesas mi frente, quería pero no podía ocultar la repugnacia que empezaba a percibir cada segundo, con cada ruido implacable y, a este punto, sin haberla visto, ya estaba cien por ciento seguro que era ella. Mi amiga notó de inmediato que algo no anba bien en mi plano mental y cortando su conversación sobre su experiencia en el mundo de la ópera, me dijo frunciendo el seño: "Are you OK? You look a bit different in the last minute or so..." Entonces con mal disimulada displisencia le respodndí "It's nothing, soon I'll be fine..." Pero no era cierto, algo malo invadía todo mi ser y parte de mi espíritu comenzó a tambalear. Volviendo su mirada hacia donde provenían los pasos, mi amiga exclamó: "Look who's here, nice to see you...! Parecía que no había una correlación entre las palabras y la expresión de algún disgusto también de mi amiga hacia la medusa que acababa de ver. Encima de eso, el no mencionar su nombre fue un mensaje de falta de calor en su saludo lo cual me llenó de una alegría que amainó la tempestad de odio que irradiaba yo hasta por los poros. Sin más remedio que unirme al regocijo a medias mostrado por mi amiga, no pude evitar un saludo acompañado de una mueca que quise representar como sonrisa y le dije yo también: "Oh, hi señora, how are you, nice to see you again...! La pobre vieja, sintiendo las vibras doblemente negativas que emanaban dos hipócritas, no tuvo más que responder con mayor hipocrecía los saludos y entró al primer baño que halló a su paso, entró al lugar en el que le luce estar, en el baño, esa debió haber sido su oficina desde siempre, un baño. Tratando de evitarnos el disgusto de ver su imagen a la salida, Ann y yo nos despedimos pretendiendo que podríamos estar tarde en nuestro próximo compromiso. Cuando subía las gradas del recinto casi corriendo, me reprendí a mí mismo la estupidez de haber pensado en ella esta mañana...

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