lunes, agosto 27, 2007

VICISITUDES DE UN VIAJE

Con toda la alegría, el glamur y la satisfacción que trae un viaje, en ocasiones te detienes y te preguntas "Y yo que estoy haciendo aquí?" Especialmente cuando te hallas en medio de ninguna parte, la noche empieza a caer, no hay una alma en los alrededores a quien poder recurrir y, a veces, aunque la haya, tienes el idioma como barrera infranqueable (esto fue el caso en Padua, Italia, en 2001, cuando metidos en un suburbio como a las doce de la noche, le preguntamos a un parroquiano cómo podíamos llegar al centro de la ciudad y nos tuvimos que guiar a puras señas. Menos mal que el italiano y el español son primos.)

Bueno, el caso es que en Australia no todo fue color de rosas, elaboro:

Caminando por la famosa calle Swanston en Melbourne, a mi mujer se le ocurre meterse a una tienda de souvenirs y yo, que soy muy poco para lugares pequeñitos y repletos de gente, decidí esperarla en la entrada; en eso dos niñas de colegio se me acercan y me preguntan si quiero contestar una encuesta que les habían dejado como tarea en la escuela sobre discriminacion etnica en Australia, a lo que después de la correspondiente aclaracion que yo solo soy un turista salvadoreño, y ellas no parecer inmutarse por ello, decidí responder las preguntas, por otra parte interesantes e ilustrativas, pasaron unos cinco o siete minutos en el evento.

Al terminar la famosa encuesta vuelvo la mirada para adentro de la tienda y mi mujer: campas (salvadoreñismo que significa que ya no estaba allí.) Voy adentro y neles. Busco en las tienditas de los lados y nada. Bueno, conjeturé que seguramente había ido al baño en algun negocio cercano y no me moví del sector aledaño a la tienda por unos cinco minutos. Cuando no apareció, me fui a la cajera de la tienda y le pregunté si había alguna sección adentro a la que tuviera acceso clientes y me dijo "no, esto es todo". A los 15 minutos me empezó a dar pánico.

"Puta, y si mi vieja cayo en manos de alguna red de traficantes de personas de las que abundan por el sur-este asiático? Para más joder ella carga en su cartera todos mis documentos de identificación y aquí estoy completamente indocumentado y en la quinta mierda. La vieja! Qué hago, ¿Me contacto con la poilicía y les echo el rollo?..."

Todo tipo de pensamientyos a cual mas fatal desfilaban por mi mente. La calle Swanston es quizás la más transitada por turistas y no turistas; en el edificio de enfrente hay un torneo de lucha libre desde el que grita un animador con un alto parlante, gente a mi alrededor ríe a carcajadas, otros hablan, una sirena se oye en la distancia, siento que todo el mundo me mira con sospecha, estoy perdiendo el control sobre mi estado mental. Quiero cubrir mis oídos con las manos y gritar: "chooooo hijos de la gran puuuutaaaa, donde está mi mujeeeeer!"

Cuando de pronto veo entre la multitud la cara tranquila de mi mujer acercandose a mi y diciendome con el mas fresco descaro "Donde tehabías metido? Te fui a buscar hasta la agencia de viajes..."

Por media hora no le dije ni una sola palabra.

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