Siempre lo he dicho, la vida es una constante de despedidas. Este 14 de agosto nos tocó decirle adiós a la familia Sanabria que nos acogió en su seno de una manera por demás generosa y amable. Para mí fue una profunda alegría además haber visto a Huguito a quien conozco desde que era un mocoso y a quien no veía desde diciembre del 2002, que pasó por San Rafael cuando iba para El Salvador.
Momentos previos al abordaje, Loren y Huguito nos acompañan hasta el final.
El viaje fue compensador, hubo de todo: cultura, educación, interacción social, cansancio, aventura, exploración, emoción y alegría. Todos los ingredientes que hacen de un viaje una experiencia inolvidable.
La niña Pacita, una alma de oro, sale a despedirnos antes de abordar "La Verdolaga", el carro de Hugo.
Amalia posa por última vez frente al Boeing 747 que nos llevará a San Francisco en pocos minutos.
Quizás ya no regresaremos a Australia, quizás sí. Lo cierto es que a un lugar en donde se deja sembrada una semilla, siempre es buena idea regresar a regarla, a nutrir la amistad que ya ha quedado en ciernes.
Bueno, regresaremos después que ellos nos hayan visistado en California, si Dios quiere...
1 comentario:
Bienvenido Alfredo.
En cuanto a las semillas que dejaste en Australia (en donde por cierto vive un tío mio con su familia) pues para eso tenés tu blog... mientras regresas.
Saludos
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