lunes, marzo 13, 2017

CRONICA DE UNA MUERTE NO ANUNCIADA



Todo comenzó a finales de 1970, en la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador; continuó frente a la solemne silueta de una cerveza en el "Mar y Tierra", y se regó con los años por el mundo. Una relación de amor filial que definió el concepto de amistad y perfiló mi vida hacia el éxito, y la de él hacia el orgullo de haber forjado un destino de logro tras logro, sin aparente fin. Su nombre Mauro Bernal Silva.
Solo los pasados 19, 20 y 22 de febrero habíamos andado, lo que en nuestra hermandad era “jodiendo”, o sea: comer una buena cena, y disfrutar un aromático café con exquisito postre. Fuera de ir al estadio a echarnos un partido del Alianza, viajar por el interior del país, o en Estados Unidos, y conversar, conversar, conversar.



¿El tema? Era lo que menos importaba. Podían ser cosas de nuestras vidas familiares; podía ser el último chisme del gremio de abogados; podía ser el Alianza, el Barcelona o el Real Madrid; el último periplo europeo con su esposa, o el próximo crucero por el Mediterráneo. Podía ser la duda sobre el sorpresivo cambio de orientación sexual de algún viejo conocido. Podía ser el chiste más ingenioso, o el más pendejo. ¡Podían ser la Siete Plagas de Egipto, no importaba el tema....!
En nuestro repertorio, todo lo que necesitábamos era una excusa para terminar con una carcajada, que era la muestra pura y vital de gritar: “¡Qué alegre estoy de verlo mi doctor...” “ La alegría es solo es mía, no joda, Fredy…!”
Si era entre familias: esposas, hermanos, hijos, nietos, y los etcéteras del medio, ahí estaba la risa de protagonista. Si era solos o en el círculo de amigos, igual. Sólo que en estas instancias agregábamos el ingrediente de la leperada a la conversación, y allí sí que ardía Troya.

Todo, todo, todo iba sobre ruedas desde 1970. Lo que menos cabía en nuestros jolgorios era la palabra "muerte", y por eso nunca hablábamos de eso...Hasta que esa vieja huesuda envidiosa de un ser tan distinguido como el Dr. Bernal, entró sin anunciarse y se llevó de un tajo la alegría de nuestro mundo.


Esta crónica aquí empieza, pero ya habrá tiempo para terminarla en otra ocasión. Por de pronto, aquí un collage fotográfico de lo que hizo que mi vida personal y familiar, tanto como las de muchos que de una forma u otra él tocó, fuera lesionada letalmente, y que el concepto de la muerte sea percibido, de hoy en adelante, como algo normal, o si se quiere, como algo que de veras queremos que nos pase pronto☼

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