viernes, octubre 25, 2013

RECORDANDO A LIL MILAGRO RAMIREZ, PARTE II


Lil Milagro Ramírez, Hayde, fue una miembro clave de la lucha revolucionaria en El Salvador. Su ideología y la conciencia revolucionaria le hicieron abandonar el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP después del asesinato del poeta Roque Dalton, el 10 de mayo de 1975. El mismo día Lil Milagro Ramírez fundó el movimiento militar Resistencia Nacional, RN, con la colaboración de Ernesto Jovel, Eduardo Sancho, Julia Rodríguez y otros. El brazo armado del RN fue la Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional, FARN .

En adición a una nueva dinámica para el intelectual tradicional, Lil Milagro Ramírez introduce género en la ecuación de la radicalización. Su testimonio de fuerza, coraje y rebeldía frente a la tragedia inminente es una alegoría de la juventud de la clase media, que se unió al movimiento .


No sólo ella desafía los roles de género de machismo, la domesticidad y la aquiescencia general de la mujer, sino, sin proponérselo, reprende a quien no siguen sus convicciones. Sus convicciones no solo vienen de su investigación académica , sino también de las enseñanzas de sus padres. Por otra parte , su comprensión de la opresión histórica latinoamericana y su capacidad de articular a un público más amplio fue una luz de guía para muchos que se uniieron al movimiento revolucionario salvadoreño en esos días.

Sabiduría pupular

Aunque Lil fue una escritora voraz durante la revolución, este análisis se centra en su viaje hacia una conciencia radical, que es evidente en la carta que le escribió a su padre en el verano de 1971, de la cual publicamos la parte dos.



Yo volví en julio del 69, en octubre formaba ya parte de la dirigencia de la juventud a la cual habíamos entrado un buen grupo de los antiguos social cristianos de la universidad, con el fin de hacer del partido un instrumento al servicio de la causa del pueblo, conscientes de que en la actualidad no lo era, pero, con la esperanza de transformarlo desde adentro.

Estaban próximas las elecciones, nuestra tesis por entonces, era que el partido no se debía prestar a un juego electoral, ya para entonces la venda se había caído de muchos ojos y se criticaba en forma abierta a la guerra. Hubo en el partido un seminario pre eleccionario y ahí peleamos porque el partido se pusiera en posición combativa, recuerdo que la juventud tenía claro que por la vía eleccionaria no iba el pueblo a llegar al poder en este país, sin embargo, aún teníamos miedo de afirmar que se debía buscar otro camino y mucho menos de decir que la vía armada era la solución para América Latina, como lo estaba siendo en el Vietnam y como lo había sido a través de toda la historia; y cuando se nos planteó la pregunta de si el partido no estaba formado para buscar el poder por medio de las elecciones, para qué debería servir, comenzamos a ser débiles, y al fin la solución que se tomó fue un poco rara: antes que luchar por nuevos éxitos electorales deberíamos luchar por adquirir poder social, esto es, por buscar apoyo popular, organizar al pueblo, concientizarlo despertarlo y no engañarlo diciéndole que con una votación ganaría el poder.

Y si acaso, en una votación se lograba algo, el ejército llegaría a un golpe de estado y por las armas impondría de nuevo la dictadura militar como es su costumbre. Dijimos que las elecciones deberían aprovecharse como tribuna del pueblo para decir las verdades y no como medio para llegar al poder, y así nos embarcamos. Un nuevo error, el partido estaba empapado hasta la médula del sistema eleccionario, las elecciones eran su principio y su fin, su factor aglutinante y su espina dorsal.

A pesar de todo nos creímos capaces de hacer algo más, y confiamos en que estando organizados podríamos llegar al pueblo y hablarle, despertarlo y hacer que comenzara un proceso revolucionario, pero no contábamos con las limitaciones naturales de nuestro radio de acción, no previmos que cuando se entra al juego electoral todo lo demás carece de sentido, y que al optar por las elecciones estábamos admitiendo el sistema “democrático” de estas sociedades burguesas y renunciando automáticamente a cualquier otro medio de lucha, y dándole al gobierno la oportunidad de fingir que éramos un país libre y democrático, en donde la oposición tiene “derecho” a competir en procesos electorales y a ser derrotada por el voto popular, permitimos una vez más que ellos pusieran en juego su mecanismo de fraude electoral y volvieran a ganar amparados en una falsa legalidad.

A las tres semanas de campaña política a la que nos entregamos con el entusiasmo propio de la juventud, habíamos perdido nuestra orientación, sólo se trataba ya de ganar, los días que siguieron fueron absorbentes y nos obnubilaron por completo en medio de la campaña, creamos el movimiento femenino, esto desvió más nuestra atención (al menos en lo que a mí respecta) y como tuvimos un éxito inesperado, nos lanzamos a esta tarea con mucho entusiasmo, creyendo que algo podía lograrse en el futuro, organizando a la mujer políticamente, pero olvidábamos que la estábamos organizando bajo un pequeño partido burgués y no revolucionario. La realidad de un derrota innegable y rotunda nos hizo caer de golpe y porrazo en la realidad, ese golpe nos llevó de nuevo a la reflexión, y lo que pensábamos antes se hizo más maduro y definitivo.

En Semana Santa la juventud tuvo una reunión y allí nos sinceramos bastante, si seguíamos en el partido, las cosas iban a ser siempre iguales, estaríamos toda la vida preparando elecciones y perdiendo el tiempo y dejando que el oportunismo y la demagogia que estaban a la orden del día prostituyeran nuestra labor que por otra parte era inútil para la revolución, no era en un partido burgués donde iba a comenzar el proceso revolucionario, porque sus dirigentes eran de ideología pequeño burguesa y le hacía el juego al gobierno, eran oposición mientras no llegaran al poder, pero una vez en él, no estaban dispuestos a realizar los cambios profundos que una revolución exigía, porque eso iba contra sus propios e intereses personales.

De nuevo comenzamos a pensar que era otro el camino, pero esta vez, el grupo era más reducido, y teníamos además que afrontar la realidad cara a cara, en el país no había una verdadera vanguardia revolucionaria, tenía que crearse a partir de cero, una organización de izquierda que le sirviera al proletariado y que fuera capaz de desarrollar nuevos métodos de lucha, en esto no éramos nada originales, Guatemala habría llegado a esa conclusión hacía casi 10 años y los demás países de Sudamérica, con Uruguay a la cabeza, andaban por el mismo camino. Nuestra propia experiencia nos lo señalaba ahora, el enemigo de clase era poderoso y tenía un ejército y armas que no dudaba en usar contra el pueblo y no era ciertamente con las manos vacías y el pecho al descubierto como la revolución triunfaría y llegaría al poder, comprendimos que las clases económicamente poderosas estaban en pie de guerra contra el pueblo desde hacía muchos años, robando y explotando al amparo de las armas.

No me digas por favor que tú no llegaste nunca a esa conclusión porque mentirías, si crees que yo no te he admirado toda la vida por tu idealismo y entrega a la causa del pueblo te equivocas, nadie como yo para beber tus palabras, aprovechar tu experiencia y seguir tu ejemplo. Yo era sólo una adolescente, tenía apenas 14 años cuando te vi desesperarte porque veías que la Junta Revolucionaria que había llegado al poder iba a ser derrotada, tú siempre nos hablabas a la hora de las comidas de lo que ocurría en la política y recuerdo que nos dijiste que habías llegado hasta el despacho de Fortín Magaña y le habías advertido que sino se armaba a un sector del pueblo y tenía en la Junta un poder militar que la respaldara, poco iba a durar la luna de miel para el pueblo, y tenías toda la razón, de nuevo el ejército hizo de las suyas y el pueblo desarmado y el gobierno revolucionario, indefenso, fue apartado del poder que tantos sacrificios y vidas valiosas le había costado obtener, tan fácilmente como uno se quita una hormiguita del cuerpo. Un poco más adelante, todavía lleno de ese idealismo que te ha hecho exponer la vida una y otra vez, escribiste una carta abierta al ejército, haciéndolo responsable de la represión y del futuro del país.

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