lunes, marzo 17, 2008

UD. ESTA BIEN INFORMADO MR CAMPOS

Yo no leo los diarios locales, es decir los que circulan en San Rafael, California. Es una de mis omisiones más nefastas, no estar al corriente de lo que pasa en mis alrededores. Estoy más al tanto de lo que pasa en El Salvador que de lo que pasa en San Rafael o San Francisco. Bueno, sé de lo básico, de lo que llega en los noticieros televisados o lo que capturo en la internet. Pero el Marin Independent Journal, por otra parte el rotativo más poderoso del condado de Marin, donde está enclavada mi linda San Rafael, no lo leo nunca, o...casi nunca.

El otro día me escapé de mi aula en la "High School" donde trabajo, y me fui a la cafetería de la misma a disfrutar mi "lunch". Cuando me disponía a devorar una jugosa "Cheeseburger", advertí que diseminados sobre la mesa estaban un número de páginas en desorden del IJ (Independent Journal), de ese día y "¡Ve quien está aquí!" dije para mí; aparecía en una página entera un collage de fotografías y un reportaje sobre Jan Heglund, una ex secretaria de la escuela, convertida en capellana de la estación de policía de San Rafael, quien estaba siendo elogiada por haber sido galardonada con el premio empleada de 2008, por su valioso aporte espiritual a la institución celadora del orden en la ciudad.

No veía a Jan desde su retiro de la escuela hará unos doce años, hasta hoy, en foto. Fue un agrado saber de lo que estaba pasando en la vida de la elegante mujer quien a principios de su séptima década de vida se mantiene tan vigorosa y productiva como en sus buenos tiempos.

A la mañana siguiente tenía que entrar a las nueve y media a mi trabajo y aproveché para irme a desayunar un "Grand Slam" en el restaurante Denny's de la ciudad de Corte Madera, a unos siete minutos de San Rafael, antes de entrarle a las labores del día.

Al entrar al lugar y dirigirme a mi mesa con un par de libros bajo el brazo, mi mirada se fue a encontrar nada más ni nada menos que con la mirada de Jan Heglund quien no ha cambiado una pizca desde la última vez que nos despedimos en la escuela. Luego de un abrazo fraterno y una breve actualización de lo que estaba pasando en mi vida, aproveché para felicitarla por su merecido galardón y hacer énfasis en lo necesario que se hacen más personas como ella para que este mundo sea más hermoso.

Luego de sus sonrojos acompañados de sopranos "thank you, thank you", me despidió con un emocional: "Ud. está bien informado Mr. Campos, qué bueno es leer el IJ todos los días..."

Yo me fui para mi mesa un poco sonrojado y acompañé mi despedida con un tenor "thank you, thank you..."

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