Comandante Fidel Castro Ruz
La más triste de las razones atrae a millones de turistas de todo el mundo a esta ciudad, la misma que me atrajo a mí: el pagar respetos a las víctimas del acto más despiadado, horroroso e inexplicable de la historia.
El 6 de agosto de 1945, a las ocho y quince de la mañana, ocurrió en Hiroshima el acto más espantoso de la historia del mundo. En un instante apocalíptico de destrucción se evaporaron noventa mil personas cuando el piloto John Warfield en el bombardero Enola Gay dejó caer la primera bomba atómica a la que en código militar le habían nombrado "el muchachito", iniciando la horrorosa era nuclear.
Esa bomba tenía 50 megatones, un megatón es igual a un millón de candelas de dinamita. O sea que la bomba que cayó en Hiroshima tenía el poder destructivo de cincuenta millones de candelas de dinamita.
El infierno se quedó pálido ante tanto horror...Aún entrados los años sesenta la radiación mataba gente. Total 200,000 víctimas.
Conste: la bomba todavía no estaba perfeccionada en esa época.



Ella había leído en un cuento que al construir mil pajaritas de papel, cualquier deseo se cumplía. Comenzó a construir pajaritas de papel con el deseo ferviente de curarse del mal, y aunque hizo mucho más de mil, murió víctima de la cruel enfermedad a los 12 años.
Desde entonces este lugar pasa repleto de pajaritas de papel enviadas por niños de todos los rincones de Japón. Se calcula que desde 1953 no ha nacido un niño en el país que no haya enviado sus pajaritas de papel a este lugar. La Prefectura (Alcaldía) de Hiroshima las deposita en las vitrinas que se observan en el fondo.
El monumento es a la fe y la esperanza.


El nombre de mi equipo está ahora en uno de los lugares más respetados del mundo!
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