A Silvia Esmeralda, con quien compartí una ilusión...
No pienses que te odio, mujer, porque te fuiste,
si un tiempo la alegría a mi vida le diste.
Tengo que confesarte que antes de conocerte
mi alma estaba vacía, con soledad de muerte.
Yo miraba los astros como ver cualquier cosa
y nunca había notado la beldad de una rosa.
Caminaba en la sombra como un ciego camina:
que nunca ve la ruta, pero que la adivina.
Jamás había probado de un sueño la dulzura,
ni había despertado contemplando la albura.
De pronto tu presencia saturó mi destino
fuiste la blanca estrella que alumbró mi camino.
Creía que en el mundo solo había dolor,
mas tú me demostraste que también hay amor.
Tú hiciste que brotaran hermosas ilusiones
en una alma plagada de crueles decepciones.
Por eso no te culpo, mujer, porque te fuiste,
porque a mi vida un cielo de ternura le diste.
Y el recuerdo de una alma que algún día nos nombra
es como el árbol seco, pero que aún da sombra.
¡Por que en hermosos días amor diste a mi vida
por siempre he de rogarle a Dios que te bendiga!
San Salvador, febrero 1975☼
si un tiempo la alegría a mi vida le diste.
Tengo que confesarte que antes de conocerte
mi alma estaba vacía, con soledad de muerte.
Yo miraba los astros como ver cualquier cosa
y nunca había notado la beldad de una rosa.
Caminaba en la sombra como un ciego camina:
que nunca ve la ruta, pero que la adivina.
Jamás había probado de un sueño la dulzura,
ni había despertado contemplando la albura.
De pronto tu presencia saturó mi destino
fuiste la blanca estrella que alumbró mi camino.
Creía que en el mundo solo había dolor,
mas tú me demostraste que también hay amor.
Tú hiciste que brotaran hermosas ilusiones
en una alma plagada de crueles decepciones.
Por eso no te culpo, mujer, porque te fuiste,
porque a mi vida un cielo de ternura le diste.
Y el recuerdo de una alma que algún día nos nombra
es como el árbol seco, pero que aún da sombra.
¡Por que en hermosos días amor diste a mi vida
por siempre he de rogarle a Dios que te bendiga!
San Salvador, febrero 1975☼