Siempre viviré agradecido con Dios por haberme concedido la gracia de compartir el nombre y el oficio de su Hijo Unigéito.
TODOS SABEMOS QUE MAESTRO SE NACE, YO NO SOY LA EXCEPCION. Fui inspirado, además, por eminentes mentores por cuya escuela tuve el privilegio de nutrir mi mente y espíritu: El Dr. Roberto Machado y don Pablito Miranda, (Colegio Don Bosco), don Alfredo Betancourt y don Santiago Echegoyén, (Colegio Salvadoreño Alemán) el Dr. Adolfo Oscar Miranda y el Dr. Mauro Bernal (UES); el Dr. Barry Kaufman y la Dra. Radjita Franklin, (Dominican University of California), y mis amigos personales Daniel Serrano y Pedro Flores Peña, son solo algunos nombres de mentores que dejaron una huella profunda en mi formación pedagógica.
Sin embargo inicié mi carrera en 1973 casi de manera accidental. Elaboro: Resulta que por aquellos días yo cursaba el segundo año de Derecho en la Universidad Nacional y ésta había sido tomada militarmente en julio del 72 por órdenes del tristemente célebre presidente de la República, coronel Armando Molina cuya toma violenta del campus universitario fue el primer acto ejecutivo de su gestión, y en consecuencia miles de estudiantes nos quedamos en el aire. Para junio del '73 (a mis veinte años), yo estaba literalmente sin hacer nada en mi casa.
Sin estudiar, sin trabajar, y sin dinero, mi único aliciente contra la depresión era visitar por las tardes a mi novia Lupita, que vivía en una placentera quinta a unas cinco cuadras de mi casa en la colonia Las Colinas de Mejicanos. En la actualidad ella también es abogada, vive en Canadá.
Un buen día de principios de junio, mi compañero de aulas universitarias, Daniel Serrrano llegó a mi casa con una buena nueva: había conseguido trabajo de profesor en dos colegios de San Salvador, y nos proponía a Jorge Figeac y a mí (tres inseparables) que nos incorporáramos a la docencia ya que tenía horas clase de sobra. Yo, que siempre fui de alguna manera inseguro, especialmente por esos años, lo pensé por unos minutos y le dije: "A chis, démole, de todas maneras aquí estoy sin hacer nada. ¿Cuánto nos van a pagar vos?" "Dos bolas por hora, loco!" Saco! pensé, de "mozaico" de Obras Públicas, habría ganado más.
Pero en aquel momento aquello iba a ser más un hobby que un trabajo, además me daba la oportunidad de interactuar en otro ambiente fuera del familiar y del vecindario. Definitivamente el salario no era nada, pero iba a ser mucho mejor que estar perdiendo el tiempo en casa. Le di viaje a la idea, me presentó mi amigo con la directora del Liceo Alberto Masferrer, doña Mercedes de Zometa, y el 18 de junio impartí la primera clase de Estudios Sociales en la escuela nocturna. Bien recuerdo mi primer tema: "Transporte y comunicaciones en la sociedad colonial".
Lo demás es historia, ya no me detuve. Descubrí un mundo que le dio sentido y valor a mi vida. Sin una micra de nerviosismo aquella noche me sentí en mi casa en el segundo mismo que me paré frente a aproximadamente sesenta estudiantes en una aula que llamaban el palomar en el colegio, primero porque estaba situada en una segunda planta cuyas paredes eran de tela ciclón, segundo, porque sólo hombres componían el curso, los salvadoreños entenderán la ironía.
La Universidad la reabrieron a finales de ese año. Tampoco desistí de mi carrera de derecho, no era cuestión de dejar una por la otra, al contrario, advertí que ambas disciplinas son perfectamente compatibles y hasta se complementan. Victor Hugo dijo que el abogado es el monopolizador de las ciencias del espíritu y tenía razón el genio francés, yo lo hago constar, disfruto cada segundo que practico mis dos profesiones.
Como profesor he trabajado en todos los niveles menos en la escuela primaria. En El Salvador además del Liceo Alberto Masferrer, trabajé en el colegio Fátima de Santa Tecla y el Divino Salvador de la capital. También me cabe el honor de haber enseñado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. En Estados Unidos también he sido catedrático en la Universidad de Iowa. He enseñado también la escuela privada, pero mayoritariamente he trabajado en la escuela pública. Desde finales de los ochenta hasta este día, irradio mis modestas luces en la Secundaria de San Rafael, California, ciudad en donde también vivo.
Hay una parte de mi profesión de maestro que no disfruto mucho: calificar, palabra que es tedioso sentarme frente a 150 hojas, estar chequeando, rechequeando, escribiendo notitas al márgen, y después pasar las notas a mi libro y por último meterlas en la computadora en el sistema de la escuela...Ay Dios qué tedio! Y obligadamente hay que hacerlo porque tengo plazos para que los padres de familia puedan accesar y saber las calificaciones de sus hijos. Lo bueno es que este trajín es de cuatro veces por año solamente.
Para mí nada más grato que estar en el aula explicando, hablando, regañando, chistando; o en otra area de la escuela compartiendo con colegas y administradores. Aunque admito que es a veces incómodo lidiar con padres de familia iracundos cuando sus hijos se han ganado un mala nota, en cuyo caso elbandido es el profesor; pero si sacan una buena nota, su bebé es el genio.
Hombre...pensándolo bien, calificar es quizás la parte más tranquila de mi trabajo...Mmmmm, quién sabe, lo bueno es que es hermoso practicar la profesión que impacta más la vida del ser humano, lo demás son gajes del oficio.
Felicitaciones en su día a mis familiares y amigos que se ganan o se han ganado la vida ejerciendo este apostolado: mi esposa Amalita, mi hermano Guillermo Campos, mi prima Doris Rosa, mi respetada amiga Doris Marinero de Montepeque, mis panitas Milton Núñez e Hiram Sotomayor; los eminentes profesores-abogados Mauro Bernal Silva, Carlos Figeac, Rafael Peña Marín, Elizabeth Villalta, Celina Quinteros, Nidia Martínez, Efraín Campos, Atilio Quintanilla, Rafael Mendoza, Oliverio Lemus Morales, el multitalentoso sicólogo-periodista-profesor Manuel de Jesús Cañadas, José Amilcar Chávez,y otros que en este momento se escapan a mi ya dilapidada memoria. Uds. son también ejemplo, guía e inspiración para mi vida. FELICIDADES EN SU DIA!☺
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