miércoles, julio 20, 2016

MI PRIMERA NAVE: UN HIILLMAN MINX, 1959


Mi primer carrito fue un regalo de mi madre, como premio porque había dejado de hartarme guaro. Corría 1974. Mi amadísima progenitora le había pagado la friolera de quinientos colones a doña Olivia, una apreciada clienta. Casi se lo regaló. 

Mi nave alcanzó la celebridad con la mara de la colonia Las Colinas de Mejicanos, y mis compañeros de la Facultad de Derecho de la UES a mitad de los setenta. Diez pesos de gasolina bastaban para molotearlo la semana entera. 

Me llevaba a la Universidad y a mis lugares de trabajo; los fines de semana a pasear con mi familia, y entre semana, por las noches a a joder a todos los chupaderos imaginables de San Salvador. Porque aunque no me echaba los tapis, mis aleros sí, aunque yo jodía más que ellos en las noches de farra.

Presente tengo a mi panita Tito Zelada los viernes tipo cinco de la tarde gritándome: “Hey Fredy, andá traete el nave le vamos a echar diez pesos de gasolina y dos pedos en cada llanta, y nos vamos a joder a los Héroes” y yo contestando al chilazo: “¡Vergón, monós pa’l Yate o pa’l Top’s, pué...!” Después me tocaba andarlos dejando a todos en sus casas a deshoras de la noche, con la subsecuente puteada de las esposas “por andarles sonsacando a los maridos”, y por último arriesgando mi pellejo cuando me regresaba solo para mi choza. 

 En alguna ocasión llegó a contener diez bolos mi carrito, sin que hasta este día haya una explicación lógica y razonable para tan cruento desaguisado.

Mi perol me conoció un buen número de novias (los empleados de la gasolinera cercana a la facultad de Derecho gritaban ahí viene el Mil Amores cuando lo veían asomar) La carretera a Los Planes se la sabía de memoria. Fue testigo presencial de todo el noviazgo con la Amalita; se le solía ver en las oscuranas de Ciudad Delgado cuando la iba a visitar (así era de osado el animalito.) Cuando escucho la canción Mi Cacharrito de Roberto Carlos, pienso en mi Hillman que está bien descrito en la icónica rola del querido cantautor brasilero. 

Cuando después de un tiempo me merqué otro carro, el Hillmitan pasó a manos de mi hermano Guillermo Campos, que lo primero que hizo fue cambiarle el color para empezar otra historia. ¡No, y ya con mi hermano y su cohorte de féminas adentro, se ponía tan caliente que el pobrecito carro terminó fundido...! 

Siempre que voy a El Salvador me parece que veo mi perolito en cada recodo de la ciudad, particularmente en Mejicanos, la Zacamil, Ayutuxtepeque, Ciudad Delgado, Los Planes y el Puerto. O casi lo veo estacionado frente a la Bogle en Mejicanos, la Barrundia en San Jacinto, o el Oso en el centro de la capital, y medito: "Este mi hermano que no se compone..." 

 Aquí en esta foto aparecemos los dos en Tushte (Ayutuxtepeque, para los que no son de la zona.) Quién sabe qué demonios andábamos haciendo, pero lo cierto es que mejor idea no se nos pudo ocurrir: una foto conmigo encaramado en mi Hillmitan, y con mi imponente volcán de San Salvador de fondo. Tres linduras en la misma foto, ni más ni menos☼